El cardenal Renato Martino, presidente del Pontificio Consejo Justicia y Paz, pide a los fieles y a las organizaciones católicas retirar su apoyo a Amnistía Internacional, por su política a favor del aborto. Considera que ha traicionado a su propia misión y a los colaboradores creyentes que la han apoyado a lo largo de estos años, quienes habían confiado en la misión integral a favor de la promoción y protección de los derechos humanos. Tiene toda la razón para hacer esta petición.

El pasado abril Amnistía Internacional -fundada en 1961 por Peter Benenson, británico católico- abandonó públicamente su neutralidad y decidió apoyar el aborto cuando la mujer sea víctima de una violación o su vida o salud esté en peligro si sigue adelante con el embarazo.

En sus declaraciones a la revista National Catholic Register, el cardenal Martino afirma que siempre ha tenido gran estima por Amnistía Internacional, por su defensa de los derechos humanos. Pero con su decisión de apoyar el aborto en el mundo, ha falseado su misión de promover y proteger los derechos humanos. Si ya no está dispuesta a defender el derecho a la vida, el más básico de los derechos humanos, toda su labor queda cuestionada.

Los esfuerzos de Amnistía por justificar el aborto son moralmente indefendibles. La Iglesia enseña que matar una vida humana inocente nunca es justificable. El aborto es un asesinato. Justificarlo, incluso en los casos de violación, es definir al niño inocente que está en el interior del útero como un enemigo, como una cosa que debe ser destruida.

Clemente Ferrer Roselló

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