Sr. Director:

El Ministerio de Sanidad ha elaborado un informe en el que recoge datos sobre los abortos practicados en España en 2002. Los resultados son espeluznantes, más aún si un buen número de asesinatos de niños no nacidos se practica en la clandestinidad.

Durante el año 2002, 77.125 mujeres decidieron que no querían darle la oportunidad de seguir viviendo al niño que llevaban dentro, 7.268 mujeres más que en el año 2001. Todo ello gracias a una legislación permisiva, que el Gobierno socialista pretende convertir en más permisiva aún. Sobre el papel, en España no es legal el aborto libre; los supuestos enumerados en la ley son tan amplios que permiten albergar todas las situaciones. Camuflado bajo el ambiguo supuesto del peligro grave para la salud física o psíquica de la madre, 74.667 embarazadas impidieron que sus hijos llegaran a desarrollarse. La vaguedad de las alegaciones de trastorno psíquico y la facilidad con la que algunos médicos diagnostican supuestos trastornos para que la ley ampare a la madre, son el caldo de cultivo perfecto para que el aborto se haya convertido en un mal en aumento.

En el año 2002 también aumentó el número de abortos bajo la alegación de riesgo fetal. Aunque lejos del 96, 81% del primer supuesto, fueron 2.337 niños los que no nacieron porque, ante la posibilidad de que tuvieran alguna malformación sus padres prefirieron quitarles la vida.

Al analizar el perfil de la madre que aborta, se descubre que, tras ese peligro grave para la salud física o psíquica, suele esconderse una clara falta de madurez y compromiso. Según la clínica Dator, suelen ser mujeres de entre 20 y 30 años, solteras, que viven solas y que no tienen hijos, las que acuden a abortar. Aumenta cada año el número de jóvenes de menos de 20 años. Este dato demuestra que de nada sirven las campañas sobre sexo seguro que promueven la Administraciones públicas, y que lo único que se ha conseguido es un dramático aumento de los abortos entre las más jóvenes. De cada mil niñas menores de 20 años, 9,8 habían pasado por una clínica abortista en 2002, es decir, se practicaron 10.659 abortos. Para colmo, de estas niñas, 274 eran menores de 15 años.

La mayoría de los abortos en niñas se llevan a cabo en centros privados: 10.255, de los 10.659 abortos practicados. El motivo es que en estas clínicas no suelen pedir ni el DNI ni la autorización de los padres. Las facilidades dadas a las chicas son tales que, según un informe elaborado por el CSIC, en 1997 el 33% de los embarazos de adolescentes acabó en aborto.

La mayoría de las mujeres que matan a sus hijos antes de que nazcan son solteras, 48.780. Sin embargo, el elevado índice de casados, 21.155, hace pensar que las ayudas que el Estado proporciona a las familias son insuficientes. El resto de las que abortan son separadas (4.604), divorciadas (1.769) y viudas (503). Según un reciente estudio de la Dator, el 49% de las mujeres que abortaron en este centro usaban preservativo en sus relaciones.

El engaño del riesgo psíquico

La situación de muchas madres dista mucho de ser desesperada. En  2002 abortaron 35.608 mujeres que convivían con su pareja, 25.284 tenía ingresos propios. Además, 10.927 ya tenían un hijo y otras 13.506 tenían dos. Estos datos demuestran que difícilmente pudieron alegar el tan utilizado supuesto del peligro grave para la salud psíquica de la madre, su capacidad como madres ya estaba de sobra demostrada. Suelen elegir clínicas privadas. La falta de médicos dispuestos a practicar el aborto es tan grande que los pocos que aceptan matar a un niño que aún está en el seno de su madre suelen hacer jornadas maratonianas para cubrir la demanda. Esta carencia de médicos dispuestos es uno de los pocos datos positivos del panorama del aborto en España: los médicos siguen teniendo claro, en su mayoría, que trabajan para salvar vidas, y no para acabar con ellas.

La inmensa mayoría de los médicos se niega a practicar el aborto porque comprende que, además de un claro asesinato, esta práctica es terriblemente dolorosa para el feto al que se está quitando la vida. Se suelen emplear tres métodos para matar al niño que tiene derecho a nacer: aspiración, dilatación y legrado e inyección salina o intravenosa. Los dos primeros se aplican en los abortos practicados durante las 12 primeras semanas de gestación. A partir de ese momento, se utiliza la inyección salina.

Posiblemente, si muchas de las madres que van a abortar conocieran el daño que sufren sus hijos con estos sistemas, se lo pensarían dos veces. El sistema de aspirado es tan violento que destroza el cuerpo del feto y le arranca las extremidades, ya formadas. El legrado es igualmente salvaje porque consiste en descuartizar al futuro niño para poder sacar sus restos. La inyección salina, que se usa en gestaciones más avanzadas, abrasa los pulmones y el cuerpo del niño y le provoca terribles convulsiones.

Del total de abortos practicados en España en 2002, en 66.576 casos se asesinó al niño aspirándolo, antes de que el embarazo superara las 12 semanas. En 5.762 ocasiones se descuartizó al feto, cuando su vida ya había superado los seis meses. Se inyectaron 551 soluciones salinas que provocaron sufrimientos terribles a los moribundos niños. De los datos facilitados por el Ministerio, destaca que, en 179 casos, no consta la forma en que se llevó a cabo el aborto. Sorprende la falta de control de las autoridades sobre las clínicas donde se quita la vida a los niños.

En 1993, 45.503 mujeres aceptaron que se provocara de muerte a sus hijos, el número de asesinatos ascendió a 77.125 sólo nueve años después, un 8,46 por mil de las madres. El porcentaje de mujeres que abortan aumentó drásticamente entre el grupo de edad comprendido entre los 20 y los 24 años, donde 14,37 de cada mil madres había acabado, en 2002, con la vida de su hijo. La cifra es también elevada ente los 25 y los 29 años, con un 8,10 por mil. Pero el aumento más radical se produce entre las menores de 20 años. En 1993, sólo 3,89 de cada mil chicas había pasado por un quirófano para abortar, mientras que en 2002, ya eran 9,28 de cada mil.

Cada vez son menos las mujeres que abortan en las ocho primeras semanas de embarazo, con un 62,69%, mientras que aumenta el número de mujeres que esperan al tercer o al cuarto mes, con un 31,9%. En el año 1993, fueron sólo 2,54% las mujeres que abortaron en el cuarto mes de embarazo, y 1,52 % las que esperaron al quinto, mientras que en 2002, 3,53 % de los abortos se practicaron en el quinto mes, y un 1,85% en un período aún más avanzado de gestación.

Los datos son desalentadores y son los acontecidos durante el mandato de los Gobiernos del PP. Y si el nuevo Gobierno socialista saca adelante una ley que convierta en libre al aborto, la familia quedará aún más amenazada. Las cifras que hoy escandalizan dentro de unos años pueden ser terriblemente superiores.

Rafael Llorente

llorente@llorenteasociados.com