Argumentalmente deslavazada y con un fuerte contenido ideológico, para no variar. Así es la última película del director Pedro Almodóvar, donde ha narrado dos historias que nada tienen que ver y que ha unido “a las bravas”.

Por un lado, intenta acercarse a la maternidad narrando la historia de dos mujeres, Janis y Ana, que coinciden en la habitación de un hospital donde van a dar a luz. Las dos son solteras y se han quedado embarazadas de forma accidental. La de mediana edad está encantada y la adolescente está traumatizada. La relación que establecen esos días marcará su futuro.

Por otro, y metido con calzador, ha introducido el asunto de las fosas franquistas porque un familiar cercano a una de las protagonistas, Janis, está enterrado en uno de esos lugares y ella, junto con nietos y biznietos de otros fallecidos de su pueblo, quieren recuperar los restos y enterrarlos identificados.

Ambas historias están relatadas de forma... incorrecta. El tema de la maternidad, que ya abordó en la fallida Todo sobre mi madre o en Volver, aunque favorable a la vida es un auténtico culebrón con idas y venidas, con escenas histriónicas, incluso culinarias, que no vienen al caso y donde la solidaridad femenina se confunde con apetitos sexuales, lo que da lugar a situaciones enrevesadas y amorales. Todo ello aupado por una banda sonora omnipresente, que llega a molestar. En esta ocasión el compositor Alberto Iglesias no ha acertado.

La subtrama de las fosas simplemente resulta hueca, sin emoción, puramente ideológica. Tan ideológica como otros toques de la película, como el comentario contra la Iglesia, sobre el comportamiento del Tribunal de la Rota o  su firme defensa de la ideología de género, donde el director manchego parece intentar demostrar que la inclinación sexual depende de las pulsiones de cada momento o donde se posiciona a favor de los transexuales femeninos, iguales según se desprende que las mujeres, algo que no comparten algunas deportistas que están sufriendo por ello en las competiciones. En resumen, Almodóvar suelta sus fantasmas y, de paso, ajusta las cuentas con  todos aquellos que no están “en su cuerda”.

En lo que no desbarra, como es habitual en él, es la dirección de actores, tanto Penélope Cruz como la joven Milena Smit, en su segunda película, están bien en sus respectivos papeles. Menos acertada es la elección de Rossy de Palma como editora de una revista de moda, que resulta increíble de principio a fin.

  Para: los que vean los filmes de Almodóvar haga lo que haga. sólo para ellos