Amaya acaba de ser madre y se da cuenta de que no sabe cómo serlo. Al tener que ausentarse su pareja por trabajo decide volver a su hogar paterno, asentado en un precioso pueblo del País Vasco, para que sus progenitores le ayuden en la crianza de su niña.

Las jóvenes directoras españolas han encontrando un filón en narrar en imágenes sus vivencias personales que, como no podía ser de otra manera, rebosan autenticidad. Es el caso de Carla Simón en Verano 1993 y Pilar Palomero en Las niñas y, ahora, le toca el turno a la vasca Alauda Ruiz de Azúa y sus Cinco Lobitos, que se perfila será una de las películas más premiadas de este año.

Un retrato realista, pero bastante amargo, ha realizado Alauda Ruiz de Azúa en su película. La descripción de los padres de la protagonista, un matrimonio que aparentemente aguanta por rutina y que tiene discusiones continuas porque la madre es una auténtica “borde” mientras el padre es un inútil en el hogar y un “calzonazos”... llega a crispar bastante al espectador.

El tema del trabajo precario que afecta a la juventud se refleja en este film de forma bastante curiosa. La protagonista es una auténtica inmadura (con 35 años) que reprocha a su pareja que le abandone por compromisos laborales pocos días después de dar a luz, echándole en cara que no tiene un trabajo estable…como si eso fuera decisión suya. El personaje de Amaya solo resulta empático cuando un hecho dramático sacará lo mejor de ella misma.

El toque feminista de la película se nota en la dureza con la que analiza a los personajes masculinos, frente a los femeninos, esto se refleja en una conversación entre madre e hija, cuando la primera le confiesa a la segunda que le fue infiel a su marido porque “se sentía sola”. Algo que, por supuesto, la hija ve de forma comprensiva.

Eso sí, este drama familiar puede hacernos reflexionar sobre el mal carácter que “lucimos” cuando tenemos confianza con nuestros seres más allegados y que hacer cosas por los demás no lleva implícito “pasárselo por los morros” de continuo.

¡Ah!, por cierto, los bebés lloran pero no a todas horas y en cualquier situación, el lloro continuo del bebé de la película es exagerado, supongo que para recalcar lo complicado que resultar criar uno. Lo que nunca se menciona en el film, no es políticamente correcto, es que los niños también aportan algo a las madres que no se puede cuantificar: felicidad.

 Para: los que les gusten los dramas españoles.