Iglesia de San Miguel de Olmedo
Localidad de Olmedo, misa del sábado, sólo una en la población vallisoletana. La orden dominica puede estar en el desastre –eso parece– pero aquí solo viven 20 monjas, de las siervas de Dios, que son… las únicas que ofician la misa de la Virgen. Pero acuden cuatro señoras mayores y un anciano lisiado.
Ojo, en el mundo rural hay más aturdimiento que cristofobia. Simplemente, nadie les ha hablado de Cristo.
Vivimos una época de postcristianismo, de una Iglesia de minorías aunque, eso sí, una minoría auténtica
En las iglesias, preciosas iglesias y monasterios, como de la de San Miguel, trono de la Virgen de Soterraña, patrona de la villa, a cuya advocación dedicara José María Gabriel y Galán (que pena que sólo viviera 35 años) estos versos:
Si a la Soterraña vas,
ve que la Virgen te espera
que por esta su escalera
quien más baja, sube más.
Pon del silencio el compás
a lo que bajas pensando
baja y subirás volando
al cielo de tu consuelo
que para subir al cielo
siempre se sube bajando.
(Gabriel y Galán. 1894).
Otra nota de esta etapa fin de ciclo: hoy, novedad histórica, son los clérigos los que escandalizan a los laicos
En Olmedo hay más cigüeñas que fieles. Pocas eucaristías, pero ninguna llena. Y Olmedo no es una excepción, me temo.
¿Estamos en el postcristianismo o es que el catolicismo se ha convertido en una religión de minorías, como advertía Benedicto XVI?
Por el estupor no es de hoy. El viejo tertuliano advertía que “la iglesia está alterada por el estupor y el temor; es en estos momentos lucha cuando la fe es más solícita… en oraciones y en humildad, en diligencia y en amor, en santidad y en sobriedad, pues nadie le distrae del temor y de la esperanza”.
El cristianismo anda bajo mínimos, agonizante, en fin de ciclo… que es lo que, en los siempre paradójicos planes de Dios, siempre ocurre en vísperas de la resurrección
Estamos en la tercera campanada. Iglesia de pocos y viejos, con un cisma de grandes proporciones pero, al mismo tiempo, con una minoría sorprendentemente auténtica (que en materia de fe se trata de querer no de ser). Estamos, también, enfrentados a otra novedad, con una clase clerical que a veces escandaliza a los seglares, cuando la tónica histórica suele ser la contraria.
Ventajas de tener un Dios que sabe cómo salir de la tumba
La hermosa Olmedo es una buena muestra de la Iglesia universal de hoy. Bajo mínimos, agonizante, en fin de ciclo… que es lo que, en los siempre paradójicos planes de Dios, es la víspera de la Resurrección. Ventajas de tener un Dios que sabe cómo salir de la tumba.
Como dice el Papa Francisco, "el demonio nada suelto" pero ya le queda poco.