• "Mi única arma era la oración", dice el Padre Aurelio. Y añade: "Si puedo dar algo de comida a alguien que tiene hambre, entonces eso ya es algo.
  • Pero si puedo darle la verdadera comida, es decir, Cristo, entonces le estoy dando todo", recoge AIN.
"Si puedo dar algo de comida a alguien que tiene hambre, entonces eso ya es algo. Pero si puedo darle la verdadera comida, es decir, Cristo, entonces le estoy dando todo. Incluso si me matan, no moriré", informa AIN. En Bozoum, en la República Centroafricana muchas veces el Padre Aurelio salió desarmado para encontrarse con los bandidos que sí poseían armas muy pesadas pero logró persuadirlos para que dejaran al pueblo en paz. En sus esfuerzos por traer la paz, el p. Aurelio fue golpeado en la cara por los rebeldes, y su coche fue disparado. En una ocasión una multitud musulmana sobrecalentada casi lo linchó. Mientras las piedras llovían sobre su coche y personas furiosas lo amenazaban con armas, el Padre Aurelio oraba en silencio el Rosario. Inmediatamente después de este incidente, se puso en marcha, junto con un grupo de voluntarios de la parroquia, para traer agua, arroz y medicinas a los musulmanes, que se habían retirado juntos en una densa multitud por seguridad y por temor a represalias. El sacerdote sobre todo quería traerles consuelo, y así lo expresó: "Eran las mismas personas que me habían amenazado y destrozado las ventanas de mi coche con piedras. Pero ahora no eran más que niños, mujeres y hombres asustados, que también estaban necesitados". Pese a todo el p. Aurelio logró persuadir a la gente de su parroquia a participar en actos activos de caridad hacia los musulmanes. Inicialmente, sólo se aventuró cautelosamente a pedir a la gente que trajera dinero y comida a la iglesia para ayudar a los musulmanes. "No presioné demasiado este punto, porque sé que las heridas todavía están muy abiertas", dijo. Y continuó: "muchas personas han perdido miembros de la familia, otros tuvieron parientes que fueron torturados; algunos fueron robados y todos ellos fueron forzados a pasar semanas lejos de casa, y todo esto por los musulmanes rebeldes Seleka y por algunos musulmanes locales". El p. Aurelio cuenta además que normalmente, con la colecta que hacen para los pobres una vez al mes, la gente da un poco de comida para los huérfanos y un poco de dinero, entre 15 y 20 euros. "Pero un domingo mis cristianos realmente me tocaron. Ellos trajeron una gran cantidad de alimentos con ellos y contribuyeron con más de 70 euros. ¡Eso es mucho dinero en un país tan amargamente pobre! El pueblo estaba dispuesto a dar mucho más, por sus enemigos de ayer de lo que normalmente dan por sus propios hermanos y hermanas, los pobres de la parroquia". Ante una situación como la que viven los cristianos en la República Centroafricana, el P. Aurelio Gazzera se pregunta qué hacer cómo sacerdote y qué puede hacer Ia Iglesia? ¡Podemos hacer tanto, realmente tanto! Ahora es más necesario que nunca reconstruir los corazones y la conciencia del pueblo. Las casas fueron destruidas, cientos de miles de personas huyeron, la miseria es inconcebible. Sin embargo, el trabajo más importante es consolar, alentar y promover la conciencia de los errores, el mal y el pecado. Los centroafricanos encuentran en Dios la fuerza para seguir. El sacerdote Gazzera lo confirma con las siguientes palabras: "Esta crisis nos anima a seguir más de cerca el ejemplo de Jesús, su Evangelio y su vida. Él es quien da fuerza y coraje. Él abre los caminos de la luz y de la esperanza. José Ángel Gutiérrez joseangel@hispanidad.com