Chesterton fue un tipo que supo vivir la navidad. Escasamente espiritualista, era un místico materialista y jovial que se lo pasaba de miedo, en Navidad y casi en el resto del año. Escúchenle. “Hace poco leí una declaración de la señora Eddy (Mary Baker Eddy, creadora de aquella pelmada llamada Ciencia Cristiana). Decía que ella no hace regalos en el sentido grosero, sensual, terrenal, sino que se pone a meditar sobre la verdad y la pureza, hasta sus amigos se benefician de ello. Yo no digo que este plan resulte supersticioso ni imposible, y sin duda posee un encanto económico”, aseguraba el cachondo de Gilbert.

Ahora bien, los Reyes Magosacuden a Belén trayendo oro, incienso y mirra. Si sólo hubieran traído piedad, pureza y amor no existiría el arte cristiano, ni tampoco la civilización cristiana”.

Por de pronto, menos ciencia cristiana y más jovialidad, menos espiritualidad y más ‘espirituosidad’

Asegura Salvador Illa que “el mejor regalo es cuidarnos”. Es más se ha gastado nuestro dinero en una campaña carísima para convencernos de que estas navidades debemos aburrirnos todos como una ostra: sin regalar ni ser regalados. Nada de beber, nada de cantar, nada de hablar, -como no sea a gritos, dada la distancia de seguridad-, y que toda la Navidad sea muy espiritual. Ya sólo le queda predicar la abstinencia alcohólica en Navidad. ¡Qué horror! 

A lo mejor es que Illa pertenece a la Iglesia de la Ciencia cristiana. Siempre he sospechado que su porte melancólico así le delata.

Que los que pretenden convertir la pandemia en plandemia no nos amarguen la Navidad

Pues de eso nada Salvador, el mejor regalo en Navidad es el que he pedido o el que más deseo. Algo repugnantemente material, como una bicicleta o una buena caja de Rioja. Incluso una barrica no resultaría despreciable. Algo muy espiritual sin llegar a espirituoso: 13,5 grados le bastan.

Regalos por Navidad: cuantos más, mejor. En Navidad cuantos más regalos mejor. Lo de cuidarnos vendrá por añadidura. Que tal parece que la autoridad no quiere cuidarnos sino amargarnos. Ota ver Chesterton: "Que los comercianes hagan la Navidad es tan creíble como que los confiteros hagan niños". Pues eso. Los confiteros sólo hacen dulces porque a los niños les gustan los dulces. Por las mismas, resulta que a muchos les gusta la Navidad y los comerciantes aprovechan para vender regalos. Pero no conviene confundir causas y efectos.

Insisto, alguien está aprovechando la epidemia para domeñarnos, que no para curarnos, convirtiendo la pandemia en plandemia. Al menos, que no nos amarguen la Navidad.