
Ha terminado sin acuerdo, o con un acuerdo precario, la cumbre Putin-Erdogan... y encima, Rusia aumentará su presencia militar en Siria.
Los mandatarios de Rusia y Turquía se han reunido este jueves en Moscú y el objetivo era intentar aliviar las tensiones que han amenazado con llevar a sus dos países a un conflicto directo en Siria, publica DW.
Antes de la cita, el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, dijo que buscará que el ruso Vladimir Putin acepte un rápido alto el fuego en Idlib, la provincia noroccidental de Siria donde Ankara está luchando contra las fuerzas del régimen apoyadas por Moscú. Y sí, ese alto el fuego se ha conseguido pero Turquía amenaza con romperlo si Siria vuelve a atacarles. Es decir, si Damaco quiere recuperar su territorio y acabar con el Estado Islámico: ¿acaso puede no intentarlo?
Los intensos combates han matado a docenas de soldados turcos en Idlib en las últimas semanas, ya que Ankara por primera vez lanzó una ofensiva directa contra el régimen del presidente Bashar al-Assad.
Erdogan aumentó la apuesta la semana pasada, exigiendo a Europa que apoyara sus esfuerzos en Siria y provocando una nueva crisis migratoria, al abrir la frontera de Turquía con Grecia a los refugiados y migrantes. La decisión de Ankara se produjo después de que 34 de sus soldados murieran en un bombardeo de las fuerzas sirias en Idlib, el último bastión donde milicias islamistas, apoyadas por Turquía, resisten al régimen de Bachar al Asad, respaldado por Rusia.
Ankara quiere que las fuerzas de Assad cesen el asalto a Idlib, el último bastión rebelde de Siria, y se retiren tras las líneas acordadas en el marco de un acuerdo de 2018 con Rusia negociado en Sochi. "Espero que se establezca rápidamente un alto el fuego" en Idlib, dijo Erdogan el miércoles antes de las conversaciones.
Turquía ha respaldado durante mucho tiempo a ciertos grupos rebeldes contra Assad, pero su prioridad ahora es detener otra afluencia de refugiados, ya que cerca de un millón de civiles en Idlib han sido desplazados por el último asalto del régimen.
En ese contexto, el jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell, aseguró este jueves que los refugiados son "utilizados como armas" en referencia a la situación de las personas que huyen del conflicto sirio y tratan de entrar en la UE a través fundamentalmente de Grecia desde Turquía.
Borrell realizó una visita de dos días a Turquía en la que quedó patente el desencuentro entre Ankara y la UE y no supuso ningún acercamiento visible más allá de un «diálogo franco y constructivo», recoge Diario de León.
«Hemos pedido que no se aliente un mayor movimiento de refugiados y migrantes hacia las fronteras de la Unión Europea», dijo Borrell, quien sostuvo que las acciones unilaterales minan la confianza entre Bruselas y Ankara.
Subrayó que «el aumento de la presión en la frontera entre la Unión Europea y Turquía y las acciones unilaterales no traen ninguna respuesta positiva ni beneficio a nadie, al contrario, solo puede crear problemas y empeorar la situación». «Y quienes pagan esto son los migrantes y los refugiados sirios», añadió.