- FG está empeñado en hacerse con la entidad a bajo precio.
- Mientras, Sánchez-Asiaín ha pedido tiempo, justo lo que no tienen.
- El Gobierno, que había dado un año, no quiere problemas de ningún tipo.
La situación se ha podrido en las últimas semanas y el pesimismo cunde en las filas del Popular.
La mala imagen del banco, con revisión de resultados y rebaja de calificación crediticia incluidas, azuzada por los posibles compradores, muy especialmente por el BBVA, dificulta el saneamiento de la entidad que preside
Emilio Saracho.
Porque lo cierto es que, de todo el panorama financiero español, el único que ha mostrado verdadero interés por el Popular ha sido
Francisco González (FG). Como adelantó Hispanidad en exclusiva,
fue el presidente del BBVA el que llamó a Ángel Ron en diciembre para hablar de una posible fusión. Quedaron y hablaron, y el entonces presidente del 'Popu' trasladó el interés de FG al Consejo de Administración. La respuesta fue unánime: el banco seguiría independiente.
Pero no se confundan,
el interés de FG continúa intacto y no tiene rival en el sector. Ninguno de los cuatro grandes -Santander, Caixabank, Bankia y Sabadell- están dispuestos a pujar por el
Popular en estos momentos. Eso sí, FG quiere hacerse con el banco a bajo precio.
En ese contexto es en el que salió a la luz el informe demoledor del BBVA,
publicado hace apenas cinco días, en el que sus analistas rebajaban la cotización del Popular hasta los 0,5 céntimos por título. Un golpe muy duro en la línea de flotación del banco y que pone en solfa su plan de saneamiento.
Desilusión, pesimismo y, sobre todo, presiones, muchas presiones. Es el panorama que se ha encontrado el nuevo consejero delegado, Ignacio Sánchez-Asiaín.
Solución: pedir más tiempo. Primero, para aclarar el diagnóstico -sería el tercero en menos de seis meses- y, segundo, para conocer la verdadera capacidad del banco de generar recursos propios.
Pero tiempo es justo lo que no tiene Saracho y su equipo. Incluso, en el sector se preguntan si el nuevo presidente está haciendo todo lo posible por despejar esas presiones o si está claudicando con demasiada facilidad. Sea lo que fuere,
la situación se ha vuelto muy complicada y el Gobierno, que en principio le concedió un año, ahora le mete prisa. Luis de Guindos no quiere líos de ningún tipo.
Pablo Ferrer
pablo@hispanidad.com