• Podemos apoyará a Sánchez mediante una abstención con factura anexa.
  • No de ideas, sino de cargos. A Podemos le gustan los organismos judiciales y los reguladores.
  • Monedero ha resultado decisivo: no es nuestro momento Pablo, déjale que se la pegue.
  • Ciudadanos hará lo propio desde la derecha: vigilará el acuerdo firmado e intentará el mayor rédito posible.
  • Eso sí, Sánchez tendrá que buscar independientes que satisfagan a su derecha y a su izquierda.
  • A fin de cuentas, PSOE, Podemos y Ciudadanos sólo coinciden en una cosa: en su Cristofobia.
  • Y Rajoy sin enterarse de lo que ocurre… 'again'.
  • ¿Es bueno para España un Gobierno de Sánchez? No, es un desastre, un nuevo Zapatero y, encima, hipotecado.
El secretario general del PSOE, Pedro Sánchez (en la imagen), ya roza La Moncloa con los dedos. Por de pronto, se va aclarando. Ya no quiere un Frente Popular que no sería bueno para nadie y que aumentaría el guerracivilismo latente en España. Tampoco le basta con ceder ante la derecha jacobina de Albert Rivera. ¿Y el conjunto de los tres? Eso sí es posible, pero no en un mismo Gobierno. En otras palabras, Sánchez está a punto de conseguir que un Podemos roto ceda y permita su investidura mediante la abstención. Ojo, una abstención con factura anexa. Para entendernos, el viernes 4, segunda votación de investidura de Pedro Sánchez, la formación de Pablo Iglesias -formación de formaciones, partido de partidos- votó en contra. Pero horas antes, a primera hora de la tarde, Podemos iba a abstenerse -Íñigo Errejón apuntaba por esa vía-, pero Pablo Iglesias se negó en redondo. De ahí, la ruptura interna en Podemos. Como son chicos profundos, no hay que pensar aquí en un debate ideológico. Sencillamente Iglesias es un engreído convencido de que unas nuevas elecciones beneficiarán a Podemos, mientras que Errejón considera que más vale pájaro en mano que ciento volando. Ahora que las encuestas le son esquivas y que tiene el partido hecho unos zorros, con Errejón aprendiendo inglés, Iglesias ha dejado de hacer caso a Julio Anguita y Alberto Garzón. Iglesias se ha vuelto hacia su asesor áulico, Juan Carlos Monedero, y su dictamen es definitivo: "Si permitimos que Sánchez gobierne gracias a nosotros le tendremos en nuestras manos: déjale que se la pegue. Además, le pasaremos una factura importante". A Podemos, como buenos comunistas, le encantan los organismos judiciales y reguladores. Es decir, todo aquello que es poder en estado puro, poder técnico, que no hace falta consensuar porque la voz de la razón no habla por boca del diputado pero sí por el técnico. Esto no se lo cree nadie pero es probable, que si la cuestión queda en la superficie, la mentira se acepte como verdad. Vamos que a Podemos le gustaría controlar la CNMV, el Banco de España e introducir a su gente -tiene muchos jueces y fiscales a su alrededor- en el Consejo General del Poder Judicial y controlar a las Fuerzas de Seguridad o, al menos, inspeccionarlas. Y, sobre todo, espera a que Sánchez se la pegue e ir doblándole el pulso durante toda la legislatura: en materias morales, en la cuestión separatista (para que no se le marche Ada Colau) y en esa economía de la vagancia y de la subvención pública que tanto gusta en Podemos. En cualquier caso, a Iglesias le daría tiempo a serenar esa jaula de grillos que es el partido de partidos, la marca Podemos. ¿Y Albert Rivera y su Ciudadanos? Pues apoyaría con su voto a Pedro Sánchez y también le pasarían factura. Rivera sí quiere entrar en el Gobierno, pero ahí Sánchez tiene la excusa idea: Iglesias no aceparía que entrara Rivera y no entrara él. Y ojo, porque Ciudadanos es el único que sabe bien de las encuestas. El partido jacobino heredero de Rosa Díez. Sí, jacobino. No lo duden: PSOE, Podemos y Ciudadanos sólo coinciden en una cosa: en su Cristofobia. Por otra parte, que Pedro Sánchez lidere un gobierno monocolor, eso sí, con independientes "de muy indudable prestigio", ¿es bueno para España? Naturalmente que no. Sánchez es conocido como 'Zapaterín' por el parecido con el anterior presidente del Gobierno socialista, que cuatro años después sigue siendo escondido por sus propios correligionarios. ¿Y Mariano Rajoy? Ni se entera ni quiere enterarse. Sánchez tiene 40 días de plazo y Rajoy ya está pensando en nueva elecciones. Algo le pasa al presidente. Lo dicho: Pedro Sánchez, con 90 diputados, roza la Presidencia del Gobierno. ¡Qué no nos pase nada! Eulogio López eulogio@hispanidad.com