• No para el Ejército, sino para España. Son los propios militares los que dudan de que la sociedad actual admitiera las virtudes castrenses.
  • A saber: servicio, disciplina y el valor de la palabra dada y del compromiso asumido.
  • Una noticia: Felipe VI y Cospedal han encajado a las mil maravillas.
  • La frase de la ministra de Defensa ha sido muy clara: "No podemos tener un ejército con soldados de más de 50 años".
  • Probablemente, restaurar la conscripción no sea posible, pero sí aumentar el presupuesto de Defensa.
Pascua Militar. Nada nuevo en público pero muchas novedades en privado, la primera: el rey Felipe VI ha encajado a las 1.000 maravillas con la nueva ministra de Defensa, Dolores de Cospedal. Ministra, quien, por cierto, no ha caído nada mal entre los militares. Ni ella ni el subsecretario, Arturo Romaní. En Defensa se les ha acogido bien porque ambos se están pegando una auténtica maratón para conocer a la gente de primera mano así como sus problemas. La Segunda, que la llegada de Donald Trump ha forzado a la OTAN a ponerse las pilas. En definitiva, tras una década de presupuestos militares a la baja, en España y en Europa, ahora toca aumentar el presupuesto de Defensa porque Europa tendrá que defenderse por sí sola. Y España no digamos. Ahora bien, Cospedal, emocionada con su nuevo encargo, y el Rey, superado el "annus horribilis" 2016, quiere participar activamente en la reforma de la milicia. La frase de Cospedal, "no podemos tener un ejército con soldados de más de 50 años" marca el camino, pero aún ha habido un idea que ha brillado con más fuerza… y que probablemente nunca se realizará. Se trata de recuperar el servicio militar obligatorio, la conscripción. No por el bien del Ejército, entiéndase, sino por el bien de España: para imbuir a una sociedad adormecida que todos somos responsables de la defensa de la patria y de que, en segundo lugar, todos estamos obligados a devolver a la sociedad algo de lo que la sociedad nos ha dado. Conste que los mandos militares están contentos sin la mili que liquidara José María Aznar. Les gusta más el Ejército profesional, el de quienes han ido porque han querido, aunque sólo sea porque necesitaban un salario. Pero quien le ha soplado a Cospedal la idea de recuperar el servicio militar obligatorio estaba pensando en una sociedad que podría intentar recuperar las virtudes castrenses: servicio, disciplina y el valor de la palabra dada y del compromiso asumido. Esas virtudes no nos vendrían nada mal. Ahora bien, esas mismas fuentes aseguran que no es posible enseñar eso a una sociedad que no quiere aprenderlo. Y el Ejército, después de todo, no es una escuela. Eso, por no añadir que, a lo mejor, también algunos mandos militares han olvidado tan espléndidas virtudes. Eulogio López eulogio@hispanidad.com