Subir el SMI es bueno e, incluso, necesario, pero no lo es tanto si también se suben las cuotas sociales, esto es, los impuestos
La subida del 22% del Salario Mínimo Interprofesional (SMI) hasta los 900 euros mensuales (13.000 euros anuales), aprobada por el Gobierno Sánchez, tuvo un impacto negativo en el empleo, concretamente, restó entre 83.000 y 180.000 puestos de trabajo, según el informe publicado este martes por el Banco de España.
En otras palabras, no destruyó empleo, como aseguró este martes Yolanda Díaz durante la rueda de prensa posterior al Consejo de ministros, pero sí frenó la creación de puestos de trabajo, que viene a ser algo muy parecido. Los más afectados fueron, en cualquier caso, los mayores de 45 años y los menores de 24.
¿Qué ha sucedido? Que los empleados a jornada completa que cobraban, por ejemplo, 600 euros pasaron a cobrar lo mismo pero a tiempo parcial, aunque en la práctica siguieran trabajando las mismas horas. Y es que el problema no es la subida del SMI, que tendría que ser todavía más generoso, sino las cuotas sociales -los impuestos- que lo acompañan y que también aumentaron, ahogando la capacidad de los empresarios de asumir los 900 euros mensuales.