El vicepresidente segundo del Gobierno, Pablo Iglesias, decidió salir a escena en la mañana del jueves y dirigirse a los niños y, de paso, replicar a su presidente, quien despachó el cambio de opinión sobre la salida de los niños con un sencillo “pecamos de penuria”. ¿Pecado de virtud, señor presidente? Extraño pecado y aún más extraña virtud.

Pero para arreglarlo está Pablo. De entrada, habló directamente a los “niños y niñas” a “vosotros y vosotras”. Y no le fue tan mal. Al menos, los sanitarios no han advertido de que las urgencias hospitalarias se hayan colapsado ante el previsible aluvión de pequeños aquejados de pesadillas y prorrumpiendo en aullidos de terror.

El ministro Illa a los farmacéuticos: realizáis “una gran labor” pero venderéis mascarillas a 0,90 euros aunque os hayan costado 1,5

A continuación, y con enorme humildad -concepto que repitió hasta cuatro veces-, Iglesias aprovechó para enfrentar al Papa con los obispos españoles, a propósito del ingreso mínimo vital. Según él, Francisco le apoya.

La verdad es que el Papa Francisco no tendrá la menor idea sobre el proyecto de renta básica del Gobierno socio-podemita español. Lo que siempre ha defendido Francisco es que toda familia debe contar con unos medios para sobrevivir, pero Iglesias es un experto en acercar el principio general a su política particular. Recuerden lo del interés general que, según él, supone que cualquier propiedad privada debe ponerse al servicio de lo público… casualmente representado por él. Dicho así, lo que justifica es el derecho al robo.

Pero faltaba otro golpe a los católicos. Según Iglesias, ese ingreso mínimo vital que apoya Francisco va a incentivar la economía… porque ese dinero no va a paraísos fiscales. ¡Toma!

Y por cierto, ante una pregunta pagada, Iglesias concluye con un sonoro “no”: el Gobierno no se ha planteado nuevas ayudas a la Iglesia Católica. ¿Nuevas? ¿Qué ayudas ofrece el Gobierno a la Iglesia Católica?

En su tono más… humilde, el vicepresidente aseguró que existe "consenso transversal sobre la sanidad pública” así como para “proteger a los trabajadores sanitarios”

Le acompañaba el ministro de Sanidad, Salvador Illa, quien, en su mejor estilo cantinflesco, se dirigió a los farmacéuticos: realizáis “una gran labor”, les dijo, pero venderéis mascarillas a 0,90 euros aunque os hayan costado 1,5 euros… mayormente porque lo digo yo. Otro humilde.

Pero volvamos al ‘humilde’ vicepresidente. En su tono más… humilde, el vicepresidente Iglesias aseguró que existe “consenso transversal sobre la sanidad pública” así como para “proteger a los trabajadores sanitarios”.

Viniendo del vicepresidente de un Gobierno de un país que ostenta el galardón de figurar a la cabeza del mundo en número de sanitarios infectados por coronavirus sobre el total, no está mal.

Y es que otra especialidad de Iglesias consiste en convertir los fracasos en propósitos. No de la enmienda claro, que a don Pablo lo único que le preocupa es su imagen, vive de ella.

El Gobierno no se ha planteado nuevas ayudas a la iglesia católica. ¿Nuevas?

En resumen, que el Ejecutivo ha fallado al no proteger a sus sanitarios. Pues Iglesias, la responsabilidad particular la diluye en responsabilidad general. Escuchen: la obligación de un país consiste “en proteger a aquellos que nos cuidan”. Y todo ello con humildad, con mucha humildad.

Para terminar, el Iglesias demoscópico, el demócrata de la reconstrucción nacional: “no importa a quién hayas votado… los que han votado al PP entienden que hay que reforzar la sanidad pública”. Que no, campeón, que lo que entiende Juan Español es que hay que proteger a los médicos, porque nos curan… trabajen en la sanidad pública, en la privada o en la mediopensionista.

Por cierto, nuestro líder nacional, abierto a “todas los partidos políticos”, enumera una y otra vez la lista de formaciones políticas… pero ni una sola vez cita a Vox… de donde colegimos lo de siempre: en España hay muchos partidos progres y uno solo que no lo es: Vox.

Y es que, ya desde su juventud, Iglesias apuntaba maneras... de estadista revolucionario.