Espléndido vídeo, del titular de Santa María del Campo. Me recuerda aquellos viejos párrocos -licenciados- que se expresan con una sabiduría ya olvidada, la que proviene de la sencillez. Merece la pena emplear unos pocos minutos en escucharle. 

Se trata de volver a comulgar en la boca y de impugnar toda la metralla que nos están emitiendo con el coronavirus para olvidar tres cosas:

  1. El respeto debido al Dios hecho pan, que se arriesga a todo tipo de profanaciones.
  2. Que comulgar en la boca o en la mano es decisión del feligrés, no del cura.
  3. Que quienes pretenden, contra todo derecho, prohibir la comunión en la mano (la regla se convierte en excepción y la excepción en regla) no tienen legitimidad para hacerlo y sí mucho miedo al virus y poca confianza en Dios. Además, las manos no contagian más que la boca... suponiendo que realmente sepamos qué es lo que contagia del Covid y qué es lo que protege del Covid... que no lo tengo claro.

Decíamos ayer que la comunión en la boca, y a ser posible de rodillas no es una quisicosa... y más en el momento presente. Porque, a ver si nos enteramos, la batalla actual es batalla eucarística. La Eucaristía es la clave porque la crisis del momento no es política ni económica: es religiosa. Consiste en haberse apartado de Dios y en haber desacralizado al mismo Dios sacramentado. El resto viene por añadidura.