El Ayuntamiento pontevedrés de Oia, regido por el PP, ha creado la Concejalía de la felicidad.

Lo que significa que su corporación municipal está convencida de que, como políticos, pueden hacer más felices a los ciudadanos. Ninguna noticia como esta revela el abandono con el que los españoles entregan a sus dirigentes su libertad a cambio de que le otorguen… por ejemplo, la felicidad. ¿Cuánto cobrará la concejala de felicidad?

Claro que los políticos quieren que haya gobierno: viven de ello. El ciudadano es el que paga esa vida

Y todo esto recuerda aquella pintada aparecida en Perú durante una campaña electoral: no queremos realidades, queremos promesas. Una sociedad infantilizada que prefiere que su vida la modele… el Estado.

Mientras, en ‘política nacional’ las previsiones económicas continúan al alza. En toda Europa y, sobre todo, en Estados Unidos, donde el presidente más criticado de la historia ha batido todas las marcas de empleo y con buenos salarios, la economía crece. En España, con un Gobierno en funciones, la economía marcha y Pedro Sánchez está atado de manos para cometer más tropelías. Por ejemplo, como el PSOE ya no sabe qué hacer para entretener a la progresía, la eutanasia. Cuanto más tiempo esté en funciones más tardará en promocionar la barbarie de la eutanasia. Todo son ventajas.

Somos una sociedad infantilizada que prefiere que su vida la modele… el Estado

Sin embargo, el miércoles 17 España vivió otra jornada de los lamentos. Felipe González y José María Aznar coincidieron en una nueva llamada a la responsabilidad y generosidad de la clase política. Íñigo Urkullu, miren por donde, realizó un llamado la unidad, lo que no deja de tener su coña.

Está claro: hay que lograr la ansiada estabilidad, hay que tener instituciones gobernando a gran velocidad. Es en lo único en lo que coinciden todos los políticos, de cualquier signo. Es natural: viven de ello.

Pero a España le va bastante bien con un Gobierno en funciones. La economía sigue creciendo y Sánchez no puede cometer más estupideces de las que le permite el interregno. ¿No es maravilloso?

Pero no podemos estar perpetuamente así: ¿seguro?

Nuevas elecciones: es un riesgo, ciertamente, pero ya pasamos por ello en 2016 y no pasó nada. Bueno, sí pasó que Sánchez, hoy el divino Sánchez, aún perdió más diputados y Rajoy, hoy denostado Rajoy, subió su número de escaños.

Los políticos tienen prisa porque las instituciones funcionen. Es natural, se juegan poder y salario. Pero esa urgencia no tiene por qué trasladarse al pueblo español. Estamos muy bien sin Gobierno. No puede durar siempre, como la felicidad, pero no comparto la urgencia por salir del paréntesis: yo me encuentro muy bien en el paréntesis.