El objetivo de Andrea Orcel, con el apoyo de los fondos, era convertir a Ana Botín en presidenta no ejecutiva y consolidarse como el primer ejecutivo del grupo
Rotas las negociaciones, Andrea Orcel ha demandado al Santander por su no fichaje como consejero delegado del banco. El italiano exige, o ingresar en las filas del Santander como número dos, tal y como estaba contemplado en el contrato, o una indemnización por daños y perjuicios, que podría superar los 100 millones de euros, según El Confidencial. Como se pueden imaginar, la primera opción tiene muy escasas opciones de salir adelante, por lo que la pelea se centrará en la millonaria indemnización.
Sea como fuere, conviene recordar el origen del asunto, que no es otro que el intento de los fondos por hacerse con el control del Santander. El primer paso era introducir a alguien de su confianza como número dos del banco para, en un segundo momento, convertir a Botín en chairman (presidenta no ejecutiva) y otorgar todo el poder a don Andrea, tan experto en banca de inversión como novato en banca doméstica.
El plan se truncó, sin embargo, cuando Botín se dio cuenta de las aviesas intenciones de los fondos, y anunció -enero de 2019- la no contratación de Orcel. Al italiano, obviamente, no le gustó la decisión y ahora quiere resarcirse. El peligro, sin embargo, no son los 100 millones que reclama Orcel, sino el hecho de que el enemigo -los fondos, con Blackrock a la cabeza con el 5,3% del capital- sigue dentro del banco. Lo bueno es que ahora ya conocemos sus intenciones.