• Recitó un discurso sin principios, estrictamente económico.
  • Marcado, además, por la idea de que sólo existe una política económica posible: la suya.
  • Y todo lo que salga de ahí es populismo y aventurerismo.
  • El único objetivo del candidato es la estabilidad: ¡Qué emoción!
  • ¿Quién puede emocionarse con esto?
  • El diálogo queda para los problemas insolubles, como pensiones y gasto autonómico: así repartimos el fracaso.
  • Bueno, y un pacto educativo para la "estabilidad". Es decir, lo políticamente correcto. ¡Ay madre!
  • Sólo abandonó el discurso económico: para proponer un acuerdo contra la violencia de género. Una propuesta de lo más sincera.
  • Pacto por España. Un recordatorio interesante: cada diputado representa a todos los españoles.
  • Eso sí, hasta la prensa pasan de Hernando (PSOE) y Errejón (Podemos).
Eran las 16,00 horas en el Congreso de los Diputados. Mariano Rajoy sube al atril para someterse a la investidura. Si alguien pensaba que el peso de la economía en su proyecto iba a ser prioritario se equivocaba: fue sencillamente total. Ha sido un discurso tan aburrido como tecnocrático como si en lugar de aspirar a la Presidencia del Gobierno, Rajoy aspirara al Ministerio de Economía y Competitividad. Y esto, encima, en clave fatalista. La tecnocracia del PP es tecnocracia determinista, inclinación visible hacia aquella maléfica frase: ésta, la mía, es la única política económica posible. Lo demás, es aventurerismo, populismo, tontuna. Puestos a ello, Rajoy desgrana el acuerdo con Ciudadanos, buena parte del cual no hace otra cosa que aumentar el gasto público. Quizás por ello, don Mariano recordó cómo se distribuye el gasto social, verdadero mantra de una izquierda y de una derecha española empeñadas en la política de la limosna. Ahí va: de cada 100 euros que se gasta el Estado 63 es gasto social: 26 para pensiones, 14 euros a sanidad, 9 a educación, ocho a otros gastos sociales (aquí entran las rentas sociales y las pensiones no contributivas) y 6 a prestaciones por desempleo. Es la única política económica posible pero eso no significa que Rajoy se niegue al diálogo: ¡nooooooo! El diálogo queda para aquellos problemas que no logramos resolver. De esta forma, nos repartimos el fracaso. Y así Rajoy convoca a todos los partidos para solucionar el imposible pago de las pensiones o la imposible financiación autonómica. Las pensiones son irresolubles mientras no se retrase la edad de jubilación y no se apoye la maternidad. Las autonomías no tienen solución mientras no se reduzcan las prestaciones sociales y no se compita por la política de limosna que impera en España, limosnas pagadas. Diálogo para fortalecer el sistema público de pensiones y para las autonomías. Luego habló de un pacto por la educación -al menos, eso no es economía- pero el objetivo es la estabilidad en los colegios. Ley de igualdad de género en los colegios de la presidenta madrileña de su partido, Cristina Cifuentes, que sólo tiene un empeño: imponer el homosexualismo en la escuela y conseguir que el mayor número de niños 'opten' muy libremente, por la sodomía. La estabilidad escolar, ¡ay madre! Y sí que hubo un principio: pacto con la violencia de género. Una novedad radiante y sincera y, sobre todo, ¿otro pacto? Unidad de España. Sí ha estado claro y conciso en esta cuestión. Ha cerrado todo acuerdo posible con los nacionalistas catalanes y ha recordado algo interesante: cada diputado presente en el Congreso representa a todos los  españoles, no sólo a su circunscripción. La tecnocracia no ilusiona, Mariano. Dicho esto, sólo hay alguien que puede hacer simpático al aburrido Rajoy: la soberbia de PSOE o la pedantería de Podemos. Así, Antonio Hernando, portavoz del PSOE, e Íñigo Errejón, de la coalición morada. Después de poner a Rajoy como no digan dueñas los periodistas ni quisieron hacerle preguntas. Y respecto a Ciudadanos… nunca se ha visto a un aliado tan poco entusiasta. Eulogio López eulogio@hispanidad.com