El principal problema de la Iglesia de hoy en día es la escasez de aquellos que pueden celebrar el Santo Sacrificio de la Eucaristía
Ocurrió en un colegio católico de Pamplona. Un sacerdote recién llegado, no para dar clase de religión sino para evangelizar a los pequeños -lo uno más importante que lo otro- se encontró ante sí a un retaco que no alcanzaría los seis años de edad. El enano se puso ante él y le preguntó:
-¿Y tú como te llamas?
En un saludable intento por imbuir en sus alumnos el respeto al sacerdocio, el tratamiento de usted y otras cuestiones mayores, nuestro hombre le respondió:
-Yo me llamo don Javier.
A continuación le preguntó al retaco:
-¿Y tú?
Y el aludido se irguió en toda la altivez de su metro diez y con el exquisito ceremonial que sólo un niño es capaz de exhibir con elegancia, respondió:
-Yo me llamo don Andrés.
Y a partir de entonces, narra nuestro cura, cada día nos saludábamos con el mismo y exquisito ceremonial:
-Buenos días, don Javier.
-Buenos días, don Andrés.
La parte menos simpática nos retrotrae hasta el madrileño Paseo de Extremadura. Allí, una mujer más setentona que sesentona pide fondos para Cáritas. De repente un energúmeno se le echa encima y le insulta, como recaudadora de la Iglesia, que ya se sabe que los curas “son todos unos pederastas”. Ese chico debe ver mucha RTVE, no cabe duda. Por cierto, Cáritas ha estado muy activa con el Covid… pero son todos unos pederastas.
Mañana es la Festividad del Corpus Christi, el día dedicado a adorar a la Eucaristía, también conocido como día de la caridad -de ahí la colecta de los pedófilos- y una jornada vinculada al sacerdocio, porque el sacerdocio es el otro protagonista del día. Decíamos ayer, que el principal problema de la Iglesia de hoy en día es la escasez de aquellos que pueden celebrar el Santo Sacrificio de la Eucaristía.
Una religiosa francesa me habla de que en su país salen a un cura por cada 60 campanarios.
¿Y esto qué significa? Pues significa, por ejemplo, que corremos el serio riesgo de vivir como paganos… y morir como perros.
Faltan sacerdotes… y faltan sacerdotes fieles. Y esta considerable tragedia puede provocar fenómenos desagradables.
En vísperas del Corpus, dimite el cardenal arzobispo de Múnich Reinhard Marx: márchese en buena hora
La carencia de vocaciones sí es importante. Que el cardenal-arzobispo de Múnich, Reinhard Marx, haya presentado su carta de renuncia al Papa por los casos de pederastia del clero alemán... no lo es. El que fuera presidente de la Conferencia episcopal germana tiene mucho que ver con el llamado Cisma alemán. Marx es uno de esos personajes siempre dispuestos a golpear en el pecho a su madre la Iglesia. Márchese en buena hora aunque mucho me temo que volveremos a hablar de él, para desgracia de todos.