- La vicepresidenta continúa en su línea: siempre critica, jamás propone.
- Y así, lleva cuatro años perdiendo, en su obsesiva carrera por la Presidencia.
- Por de pronto, ha permitido a Margallo abrir el melón constitucional… con el apoyo de Rajoy.
- ¿Congreso plural? Cainita sí, pero entre progres de derechas y progres de izquierda.
- Lo cierto es que el cristianismo ha sido expulsado del Congreso.
- Margallo vence a Soraya. Habrá reforma constitucional.
- La diferencia entre ambos es un Margallo que construye frente a una vicepresidenta que sólo critica.
- Y es que la actitud de la vice ante el problema catalán más que centralista resulta cerril.
Consejo de Ministros del viernes 15 de enero. La vicepresidenta
Soraya Sáenz de Santamaría (
en la imagen junto a Tejerina) continúa tensa. Cada día más cabreada y lanzando los exabruptos que parecen finales de una legislatura. Y es que cada día que pasa, salvo vuelco -que podría darse-, pierde esperanzas en su carrera por colocarse en la Presidencia del Ejecutivo.
Rajoy prefiere morir matando y, si muere, intentará llevársela por delante.
Un periodista pregunta a la vicepresidenta por qué Soraya no jura sino que promete el cargo. Es una pregunta pagada porque la solución es de todos sabida: Soraya es una laica de mucho cuidado. A ella,
esas antiguallas de la religión le traen al pairo. Pero, para no contestar a la pregunta y según costumbre, Soraya responde atacando: asegura que ha sido muy clásica al prometer el cargo. Ciertamente, comparada con el esperpento de los podemitas pero
a Soraya le pierde la pedantería, así que sólo entra en el fondo de la cuestión para arrearle una bofetada al periodista: el juramento del cargo no tiene el significado jurídico que "usted le da en sus artículos". Ole, ole y ole.
Mira, princesa: el significado de las acciones y de los conceptos no los marca el Derecho sino la
Real Academia de la Lengua. Jurar significa -primera acepción- poner a Dios por testigo. Y si no acepta a Dios por testigo, pues no se jura, se promete, que es lo que hizo Soraya, o se dicen chorradas, que es lo que hizo
Pablo Iglesias.
Así que, señora vicepresidenta, si prometes no significa que no creas en Dios pero si juras significa que, en primer término, pones
a Dios por testigo: listilla.
La pregunta sobre las convicciones religiosas de Soraya no era baladí. Como ya hemos recordado en Hispanidad,
el Congreso no tiene nada de plural, como publicaba hoy cierto diario gratuito.
Absolutamente nada. De hecho, se trata de un bloque progre de derecha frente a un
bloque progre de izquierdas, una izquierda más o menos cristófoba a una derecha pagana (Ciudadanos) y tibia (Partido Popular).
Pero todos son progres, es decir, no creen en el bien ni en el mal y piensan que nada es verdad ni mentira, que todo depende del color del cristal con que se mira. Ya saben: gente profunda.
En cualquier caso, de
Congreso plural nada. Más bien divorcio entre una sociedad española que se sigue confesando católica pero que no está representada en el Congreso de los Diputados.
Además, la semana ha terminado mal para Soraya. La vicepresidenta se dedica a criticar al prójimo, a otros líderes políticos, pero jamás propone nada. Y así, se ha visto adelantada por su competidor,
José Manuel García Margallo, quien ha abierto el melón constitucional y asegura que el presidente del gobierno apoya una reforma constitucional como solución al problema catalán. Soraya continúa en su actitud, no centralista sino cerril, y entonces no desbloquea el acuerdo con los catalanes ni lo desbloqueará con nadie. Los resultados electorales no le dan para un pacto con
Albert Rivera que le lleve a la Presidencia, y con el PSOE no es posible porque
Sánchez quiere ser califa en lugar del califa.
Y claro Soraya no propone y Margallo sí: es fácil adivinar quién ganará la batalla. Y eso que
Margallo sí que ha perdido toda esperanza de sustituir a Rajoy. Soraya no la perderá hasta que se muera.
En el entretanto, el
Ejecutivo Rajoy continúa utilizando a la ministra de Agricultura,
Isabel García Tejerina, para llenar de contenidos los consejos. Así, la responsable de Agricultura aprobó el plan contra inundaciones en 16 demarcaciones hidrográficas.
Tampoco está tan mal.
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com