¿Cuándo se replanteará el Gobierno si recluir a la gente en su hogar vence al coronavirus?
La España de hoy es la chica de San Sebastián. Salió a hacer ‘footing’, y la policía le detuvo y le introdujo a la fuerza en un coche celular, como si se tratara de un delincuente.
“¡Es que era un delincuente!”. Si al leer las primeras líneas ha pronunciado usted esas palabras es que el estado de la nación anda peor de lo que creía. La neurosis ha alcanzado su punto cenital.
El miedo a la muerte ha provocado tal histeria como para convertir a los españoles en carne de totalitarismo. Ya saben, las tiranías del futuro se harán en nombre de nuestra salud y de nuestra seguridad Y todos acataremos, sumisos, y hasta aplaudiremos al dictador.
Porque lo grave, con serlo, no es la detención de la ‘futinera’. Lo verdaderamente grave es la reacción vecinal primera –‘prima primi’- de quienes contemplaban el espectáculo. Traducido: lo grave es que los reclusos, los ciudadanos, presa de la histeria, aplaudían a los carceleros que se ensañaban con la chica y a ésta, desde los balcones, le llamaban de todo menos bonita. Y, queridos compañeros periodistas, resulta que la crónica de TV, ahondaba en la histeria y situaba a la detenida como poco menos que el enemigo público número uno, el acabose de la irresponsabilidad y la desidia y, naturalmente, de la insolidaridad.
Al Covid-19 no se le puede evitar, pero se le puede vencer. Y el vencedor mejor colocado es nuestro propio cuerpo: sobra la histeria
Todo por una actividad que, por ejemplo, en Bélgica, también en reclusión, está permitida y aconsejada para tiempos de reclusión forzosa: salir a hacer deporte. Y todo, además, en medio de una convicción creciente entre los verdaderos ‘expertos’, los médicos que tratan a los infectados, de que el coronavirus no se puede detener, de que nos vamos a contagiar toda la población.
Eso sí: detenerlo no es posible, vencerlo sí. Y para ello faltan investigadores y sobran histéricos.
Y todo eso significa, ni más ni menos, que todas las medidas, incluida el ‘Quédate en casa’, sirven para poco, que lo que realmente sirve son nuestros propios organismos, nuestros propios cuerpos creadora de anticuerpos, que son los que con más efectividad combaten al Covid-19 y los que le vencerán, así como las investigaciones en nuevas vacunas, aunque esto será a medio plazo.
La prevención no puede evitar la transmisión. Se trata de un virus ultra-contagioso pero, encima, las medidas que se emplean para pararlo han provocado en la autoridades un curioso círculo vicioso argumental: no nos podemos relajar. Lo que significa que si las medidas de prevención carcelaria no dan resultados… pues hay que intensificar las medidas. No quieres caldo, toma dos tazas.
En España llevamos ya una semana de confinamiento y el número de fallecidos se dispara. En Italia ocurre lo mismo y llevan el cuádruple
Pero hay otro hecho insoslayable: no sabemos si el confinamiento detiene el contagio pero sí sabemos que destroza la economía. Al menos, no sabemos si detiene el contagio –desde luego no lo parece- pero sí es seguro que ha provocado la mayor histeria social que se recuerda y que, esto es seguro, está enviado a la calle a centenares de miles de trabajadores y a la ruina a decenas de miles de empresas. Que no es eso que afecta a la fortuna de los ricos sino a la vida diaria de los pobres. No se trata de contraponer salud y economía, porque la economía es salud.
La conclusión es que al covid-19 no se le puede evitar pero sí se le puede vencer. Habría que preocuparse más de la investigación y menos de la prevención, y confiar más en nuestro cuerpo y menos en el despliegue de efectivos policiales que, por su propia función, resultan represores… y no es posible detener al coronavirus.
¿Todo esto es muy duro? No, lo duro es lo que está ocurriendo: llevamos ya una semana de confinamiento y el número de fallecidos se dispara. En Italia ocurre lo mismo y llevan el cuádruple.