Los agricultores tienen cada vez un futuro más negro ante tanta política medioambiental y Agenda 2030
En los últimos tiempos, se han ido juntando distintos aspectos que se han convertido en un cóctel explosivo para el campo y en el peor momento, pues afronta diversas campañas de recogida (frutas de hueso -nectarinas, albaricoques, melocotones, ciruelas, cerezas y nísperos-, ajos, cebollas, patatas y espárrago, por ejemplo). A los bajos salarios del sector, la falta de trabajadores, el coronavirus, el poco interés de los parados y a las alusiones a “esclavitud” se suma el Ingreso Mínimo Vital (IMV), recientemente aprobado en el Congreso, que complica aún más el panorama de los agricultores.
Pese a que la propuesta que impulsó el ministro de Agricultura, Pesca y Alimentación, Luis Planas, de que los parados que aceptarán trabajar en el campo podrían compatibilizar la prestación de desempleo con un sueldo agrícola se ha prorrogado hasta el mes de septiembre, son pocos los que han aceptado doblar el lomo… cuando pueden ganar más sin hacer nada. Pero el campo necesita 25.000 trabajadores, según ha informado El Economista.
Los temporeros cobran el Salario Mínimo Interprofesional (SMI) y los agricultores sufren un mínimo pago por sus productos, incluso por debajo de los costes de producción. A esto se ha sumado la pandemia del coronavirus que ha puesto todo patas arriba y ha provocado crisis económica, el poco interés de los parados a la propuesta de Planas y las alusiones a “esclavitud” que ha hecho la Inspección de Trabajo (dependiente del Ministerio de Trabajo que dirige la podemita Yolanda Díaz) en unos informes. Asimismo, conviene destacar que si con la prestación de desempleo, ya había muchos que preferían percibir esta a trabajar; ahora el IMV viene a aumentar esta tendencia: será un alimenta-vagos, al ofrecer 462 euros por no dar palo al agua y hasta 1.010 euros mensuales (si se trata de una familia de cuatro miembros). El Gobierno social-comunista no está por fomentar el trabajo y el esfuerzo, sino todo lo contrario: si la telebasura (programas tipo Gran Hermano o Sálvame) vende a los jóvenes la idea de hacerse millonario por entrar en un concurso, desde Moncloa ahora se alimenta aún más la vagancia y ganar dinero sin hacer nada.