Decíamos ayer que antes o después Carlos Torres tendrá que prescindir de su consejero delegado, el turco Onur Genç. No por él, que incluso en cuanto empezó a chapurrear español fue bien acogido por el equipo directivo, sino por la ligazón entre Genç y Erdogan y por las presiones del fundamentalista turco, hoy convertido en uno de los políticos más siniestros del panorama internacional.

Para decirlo más claro: el BBVA está atrapado en Turquía. Carlos Torres vive bloqueado por Onur Genç y Erdogan. Si por él fuera, ya se habría marchado del Garanti, del que posee un 49%. Es un negocio inestable en un país inestable pero, sobre todo, Erdogan le exige que mantenga a Genç como CEO del consolidado mientras se hace con el 100 por 100 del Garanti. El problema es que la mente de Torres está en posición vendedora, no compradora. Y el siguiente problema para vender es que no es fácil encontrar quien quiera comprar.

Por su parte, Oliu intenta ahora la difícil fusión por absorción de varios bancos medianos

De vuelta a España, si fuera por Torres ya se habrían reanudado las negociaciones con el Sabadell, y sí aceptaría a Josep Oliu como vicepresidente y a Jaume Guardiola como consejero delegado. Todo menos caer en manos del Santander, que es a lo que le lleva tanto el gobierno español como el BCE. Desde luego, en Fráncfort no les caen muy simpáticos los turcos.  

Por su parte, Oliu intenta ahora la difícil fusión por absorción de varios bancos medianos. Y demuestra que hasta la sesión bursátil del viernes 11, el Sabadell valía más que antes de que se abrieran las negociaciones de fusión con BBVA. Es decir, Oliu y Torres, ¿podían llegar a un acuerdo? Sí, podían, pero sobre el turco.

Y tampoco es fácil vender el 49% de Garanti. ¿Quién querría comprar esa franquicia bajo la atenta mirada de un fundamentalista?

Tampoco es fácil vender el 49% de Garanti: ¿Quién querría comprar esa franquicia bajo la atenta mirada de un fundamentalista?