Como decíamos ayer, Pedro Sánchez y Pablo Iglesias quieren controlar el Ibex y la primera víctima es el BBVA. La motivación del camarada Iglesias es doble porque, además, quiere encontrar apoyos para su medida estrella: el ingreso mínimo vital (IMV). Al parecer, los ha conseguido, aunque sólo haya sido por omisión, esto es, por la ausencia de voces críticas entre los ejecutivos del Ibex. El presidente del BBVA, sin embargo, ha dado un paso al frente y el servicio de estudios del banco ha avalado este martes el IMV de Iglesias.

Ha sido, concretamente, el responsable de análisis económico de BBVA Research, Rafael Doménech, quien ha explicado que el IMV es más necesario que nunca en estos momentos, con una caída de la actividad económica sin precedentes -provocada por el propio Gobierno, no lo olviden-, y con una recuperación aún muy incierta. Doménech, sin embargo, no ha aclarado dos aspectos esenciales: si ha hablado del IMV como sustituto del subsidio que ya conceden las CCAA, o si se refiere a un IMV adicional al de las CCAA. Huelga decir que el camarada Iglesias quiere un IMV adicional, esto es, que el subsidio total sea de casi 1.000 euros (unos 450 las CCAA y 500 el Estado central).

Doménech tampoco ha aclarado la duración de la medida. Sí ha hablado de los peligros que entraña si se convierte en permanente, pero no ha especificado si es sólo durante los próximos tres o seis meses, si debe estar vigente durante el coronavirus o si debe ser algo permanente. En cualquier caso, ha alertado de sus peligros: “Hay que cuidar mucho los detalles de su diseño para maximizar los beneficios que se pretenden conseguir y también para minimizar los costes y efectos no deseados que pueda tener”, ha afirmado. En otras palabras, cuidado con crear vagos y con fomentar la economía sumergida.

Llama la atención, en cualquier caso, que apoye un IMV que no exige nada a cambio al que lo percibe. ¿No sería mejor que el receptor de la ayuda tuviera que prestar algún servicio como contraprestación? Por ejemplo, plantar árboles. Dar dinero a cambio de nada nunca es una buena idea.

En definitiva, el servicio de estudios del BBVA cree que las medidas económicas del Gobierno son positivas y van a frenar, en parte, la brusca caída del PIB en 2020, que será del 8% en lugar del 11,5%. Insisto, una caída provocada por ese mismo Gobierno y sus decretos de confinamiento forzoso.

Donde es más optimista el BBVA es en la recuperación, que será en forma de V, aunque no en todos los sectores por igual

Así, en sus estimaciones presentadas este martes, BBVA Research prevé que la tasa de desempleo alcance el 20,5% en 2020 y que en 2021 se reduzca hasta el 17,3%. Todavía tardaremos dos años más (finales de 2023) hasta situar la tasa de paro en el entorno del 13%, previa al coronavirus. Eso en el mejor de los casos y tomando como ejemplo la recuperación del empleo tras la crisis de 2008 y el éxito de la reforma Báñez, que tanto preocupa al PSOE y a Podemos.

Donde es más optimista el BBVA es en la recuperación, que será en forma de V, aunque no en todos los sectores por igual. El turismo y la hostelería, por ejemplo, tardarán más que la industria. En cualquier caso, estamos hablando de una V que, si todo va bien, implica que no recuperaremos la tasa de paro de 2019 hasta finales de 2023, es decir, sería una V con clara tendencia a convertirse en U.

Lo que parece inevitable es la intervención del Estado, incluso después de la recuperación. Así lo cree Doménech, que también aboga por una vuelta, cuanto antes, a la economía de mercado. Será clave en todo este proceso controlar el gasto público que, queramos o no, será enorme. La deuda pública aumentará hasta el 115% en 2020 y el déficit se disparará hasta el 11% del PIB. En 2021 la tendencia será la misma: más deuda y más déficit.

Cuesta creer en una recuperación en V. Ni siquiera en U.