- Estamos en la era del despido permanente.
- En siete años (2008-2015) el número de empleados de banca se ha reducido en 72.900 trabajadores.
- Y se han cerrado 14.800 oficinas.
- Además de ser negativo para la imagen corporativa, en un ERE la entidad pierde el control de los que se marchan.
- Y suelen ser los mejores.
A pesar de los
duros ajustes llevados a cabo por la banca desde el estallido de la
crisis financiera, las entidades siguen reduciendo la capacidad instalada. Estamos hablando de cifras nunca vistas en el sector: el número de
empleados de banca ha pasado de 270.900 en 2008, a 198.000 en 2015, es decir, en siete años se ha reducido en 72.900 trabajadores.
El número de oficinas también ha sufrido un descenso sin precedentes, al pasar de un máximo de 45.700 en 2008 a 30.900 en 2015, es decir, durante la crisis se han cerrado 14.800 sucursales. Casi nada.
Alguien podría pensar que después de este descomunal ajuste el sector ya presenta su
dimensión definitiva, acomodada a los nuevos tiempos. Nada más lejos de la realidad. La banca continúa echando empleados y cerrando oficinas.
Pero cuidado, porque a partir de ahora el ajuste se realiza de una manera más silenciosa, sin ruido. En otras palabras,
ya no se habla de ERE. Ahora estamos en la era del despido permanente. Si lo prefieren, las bajas forman parte de un proceso continuo, de gestión diaria.
Es lo que ocurre, por ejemplo, en
BBVA. La entidad que preside
Francisco González realizará un ajuste adicional de
500 empleados durante el cuarto trimestre de este año. Se trata, sobre todo, de prejubilaciones. Pero ojo, porque no es la única entidad. Todo el sector, en general,
está inmerso en este proceso continuo.
¿Por qué no hablar de ERE, tratándose de 500 trabajadores? Para empezar, por algo ya mencionado: el sector quiere seguir ajustándose pero sin ruido. Ahora bien, esto no es lo más importante. La razón fundamental es que en un ERE
las entidades pierden el control de los trabajadores que se marchan. Y, en muchos casos, los que deciden abandonar son los mejores, esto es, los que, a priori,
tienen más facilidad para encontrar otro empleo.
En definitiva, la banca ha dado orden de
no hablar de ERE. Estamos en un proceso continuo, de despidos permanentes. Y la fórmula más utilizada son las
prejubilaciones, una auténtica ruina.
Pablo Ferrer
pablo@hispanidad.com