El cine británico, que tan buenas sorpresas nos suele dar en el campo de la comedia, vuelve a dar en la diana con esta propuesta con aire de cine independiente. Un matrimonio londinense, que se encuentra en pleno proceso de separación, emprende un viaje con sus tres hijos hacia Escocia para celebrar el 75 cumpleaños del abuelo que se encuentra muy enfermo. Precisamente, con el objetivo de no preocupar al anciano, la pareja advierte a sus vástagos que no deben desvelar la grave situación familiar por la que atraviesan lo que dará lugar a un sinfín de enredos. Con unos diálogos ingeniosos y chispeantes, en Nuestro último verano en Escocia se mezcla lo cómico con lo emotivo, mientras se hace hincapié en la personalidad de los miembros de esa familia (especialmente de los niños Lottie, Mickey y Jess) y también de sus parientes más próximos. Desarrollada en el maravilloso marco de los verdes paisajes escoceses, y plagada de situaciones divertidas propiciadas por la forma de entender los niños el mundo, esta simpática comedia aborda asuntos como la importancia de gestionar bien una separación para no lesionar a los hijos o la necesidad de que, en cualquier familia, exista una comunicación sincera entre sus miembros. No podemos afirmar, por alguna estridencia sobre los razonamientos existenciales del abuelo, que estemos ante una obra maestra del género de la comedia pero sí que es una de las propuestas más simpáticas y divertidas  que hemos visto durante este año. Para: Los que les gusten el mundo de los niños y, en general, el género de la comedia Juana Samanes