• A Alemania le interesa más que el presidente del Bundesbank releve a Draghi, y menos que Guindos reemplace a Constâncio.
  • Merkel trabaja desde hace meses para colocar a Jens Weidmann porque no traga la política monetaria del BCE.
  • El euro fuerte castiga las exportaciones, pero es un apéndice de la oposición por el océano de liquidez y los tipos a cero.
  • Guindos soñó con presidir el Eurogrupo y no está contento con Rajoy por no darle una vicepresidencia.
No es una novedad que a Merkel le encantaría ver a Jens Weidmann, presidente del Bundesbank, como sucesor del italiano Mario Draghi en 2019 -está en la prensa germana desde mayo-, ni que el vicepresidente sea un hombre del sur -hoy lo es el portugués Vítor Constâncio-, y tampoco, por último, que en las quinielas como número dos esté Luis de Guindos, como informa El Mundo este lunes. Ahora bien, la pregunta es inevitable: ¿quién conoce al vicepresidente del BCE? O sea, no es cuestión tanto de quitar méritos a Guindos -los tiene- como de sopesar el peso germano en el banco central, cuando las relaciones hasta ahora han sido de todo menos bonistas, por la política monetaria de Draghi. Toca, en cualquier caso, preparar el relevo del banquero italiano y propuesta del Gobierno alemán es que entre en liza Weidmann, con Guindos como vicepresidente, como explicaba el diario germano Handelsblatt, para evitar las reticencias del Sur de Europa. La oposición de Alemania a la política monetaria tiene varios frentes porque el océano de liquidez y la compra masiva de deuda soberana y corporativa perjudican a la economía germana, y su efecto postrero en la fortaleza del euro, castiga sus exportaciones, una de las fortalezas de locomotora del norte. Además, ha perjudicado a los ahorradores por los tipos de interés en mínimos. De ahí las presiones germanas para un cambio en la política del BCE y para no retrasar "la normalización de la política monetaria" (Weidmann dixit). Y a eso se une, que mientras Draghi ha insistido en la unión bancaria, a los alemanes no les gusta porque supondría ayudar a los bancos en crisis, a lo que no están dispuestos. Dicho lo cual, lo que parece una concesión al sur se convierte en la trampa del norte por lo que comentábamos al principio: ¿quién conoce al vicepresidente del BCE? Otra cosa es el cacareado eje franco alemán, que esconde del protagonismo de Merkel mientras Macron se acopla. Guindos quería la presidencia del Eurogrupo, en la que sigue el holandés Jeroen Dijsselbloem. El ministro, después, no disimuló sus intenciones de no estar en el nuevo Ejecutivo, que se han acrecentado después porque Rajoy le dio una vicepresidencia. Rafael Esparza