• El presidente del Gobierno olvida que la humildad es la verdad.
  • No se trata de anticipar las críticas con autocríticas: la humildad del político se llama coherencia.
  • E insiste en que el PP ganó las europeas, las municipales y autonómicas.
  • Y sobre todo, ni se plantea que el problema del PP pueda ser… él mismo.
Lo malo de los hombres públicos es que viven rodeados de asesores. Entonces un sesudo asesor-analista le dice que debe ser más humilde, Mariano se pone a la tarea y pronuncia un discurso, el del jueves en el aniversario del diario Expansión- en el que dice que España va de miedo, aunque el mérito de que vaya de miedo, curiosamente desde que él ocupa la Presidencia del Gobierno, es de los españoles. Se olvida don Mariano de que los españoles no se han apretado el cinturón, sino que ha sido él quien les ha obligado a apretárselo, por lo que su humildad suena a muy falsa humildad. El presidente del Gobierno hace lo mismo que esos soberbios congénitos (no muchos, el 99% de la población, todo hay que decirlo) que nos apresuramos a echarnos toneladas de cieno encima para evitar lo que realmente tememos: que sea el prójimo quien nos eche unos kilos. De ahí que los moralistas siempre hayan insistan en que un poco de vanidad puede no ser mala para detener una carretada de soberbia. Pero tampoco se crean que Mariano se entretuvo demasiado en la falsa humildad. Enseguida dejó de ser humildad. Insistió en que el PP ha ganado las elecciones europeas, las municipales y las autonómicas. Y si eso es así: ¿a qué se deben, ¡Oh Mariano!, las caras largas en Génova y en Moncloa, que parece que se os ha muerto el gato? Y naturalmente Rajoy ni se plantea que el problema del PP pueda ser él mismo. Además, como ya no queda tiempo para cambiar de cabeza de cartel… En cualquier caso, don Mariano: la humildad de un presidente se llama coherencia. Y usted de coherencia anda mal. Ejemplo: en la defensa del derecho a la vida. Eulogio López eulogio@hispanidad.com