Iba yo al metro el otro día cuando me abordó un elegante jubilado para tenderme una hoja volandera mientras me animaba a participar en las marchas por la dignidad del sábado. Por lo general cojo todo tipo de mensaje volandero, que así empezó el periodismo, entre otras cosas para hacer realidad aquello de que la verdad siempre circula por canales estrechos: me encantan los pasquines.


Tanta alusión a la dignidad empieza a resultarme un poco hortera

Pero ese día llevaba prisa y le dije que no me interesaba. Entonces, con voz alegre, lo cual me gustó, me dijo:

-¡Pero es que estamos indignados!

Yo agradecería a los chicos del 15-M, ahora Podemos, que dejaran de emplear el término 'dignidad' porque resulta ya de un cursi insoportable. Me recuerda aquel genial artículo de Alfonso Ussía, en el que explicaba que la gente sensata no se irrita, porque es una cursilería aristocrática: la gente normal se cabrea y si se cabrea mucho, se encabrona, pero no se dedica a repetir el viejo cartelillo de los coches asturianos: no me toques el pito que irrito (la bocina, me refiero a la bocina).

Por lo demás, la indignación no crea nada. Sólo crea el ambiente necesario para la violencia, porque las voluntades débiles se sienten autorizadas para cualquier desmán y porque los cantamañanas de turno se sienten mandatados para convertirse en el centro de atención… por el medio que sea. Y encima, la juez les pone en libertad. Sí me refiero a la violencia tras las muy dignas marchas.

Contra la injusticia, lo mejor es poner manos a la obra. Por ejemplo, adoptar el método más cristiano, y más eficiente, de ahogar el mal en abundancia de bien. Y además, el que se enfada pierde. Indignarse no sirve para nada.

Las marchas por la dignidad no sólo han sido una patochada más del peligroso fantoche que lidera Podemos. Es peligroso, porque en mentes manipuladas por la "indignación colectiva" se ha creado el actual enfrentamiento civil en el que se mueve media España, y en el que no se busca la justicia sino la venganza. Enfrentamiento civil que si no degenera en guerra abierta es porque la otra media España está amuermada.


Indignarse no sirve para nada: el que se enfada, pierde

En segundo lugar, si un país está corrupto no sólo lo están sus élites sino también sus bases. O al menos, sus bases lo han permitido. Las cimas se corrompen más que las simas por la sencilla razón de que tiene más filón que robar.

¿Que hay corrupción en España? Claro que la hay. ¿Más que en el mundo anglosajón? Eso no me lo creo. Ya he dicho en otras ocasiones que el anglosajón (Reino Unido, Estados Unidos, Alemania) tiende a relegalizar la corrupción porque no se rige por la moralidad sino por la legalidad. Ejemplo: la corrupción más fehaciente de nuestro tiempo es la especulación financiera. Es legal porque la cultura calvinista legalizó su corrupción, pero en ella los hispanos somos unos verdaderos pardillos comparados con los muy virtuosos y nada corruptos norteamericanos.

En cualquier caso, seamos más o menos corruptos, vamos a trabajar en positivo comportándonos cada cual honradamente. Y dejemos la dignidad como instrumento político de Pablemos. A fin de cuentas, la dignidad suele ser la marca de la soberbia. O por lo menos, no veamos la paja en el ojo ajeno. Al menos, que no nos manipulen… en nombre de la dignidad.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com