El cartel de Vox comparaba la pensión de una española con el coste, más de 4.000 euros, de los llamados menores no acompañados (menas). De inmediato, el Congreso se convirtió en un rasgado de vestiduras. Carmen Calvo, una mujer sensible que sufre por los menas, Inés Arrimadas, los podemitas, Gabriel Rufián, insultando como sólo él sabe hacerlo…

¿El cartel dice verdad? Lo dice. ¿El cartel pide que ataquemos a los menas? No. El cartel es pertinente dada la situación de miedo que se ha creado en algunos zonas de Madrid. Por ejemplo, en el barrio del Batán donde resido y al que nunca acuden los ministros del Gobierno.

“Son niños, no criminales”, es la frase que resume toda la campaña progre contra Vox. Sólo tiene un problema: es falsa. Primero porque los menas no son niños, muchos de ellos hace tiempo que son mayores de edad, pero no lo reconocerán jamás.

Segundo, hay menas muy normales, lógicamente, pero también los hay que se dedican a hacer ‘mataleones’, ese procedimiento que consiste en ahogar a la victima, elevándola por el cuello, hasta desvalijarla. Otras veces simplemente dan palizas a los que hacen deporte por la Casa de Campo madrileña.

Miren ustedes, los niños no se dedican a perpetrar mataleones contra las señoras para robarles un móvil, ni a pegar palizas a las ancianas, ni a intentar agredir sexualmente a las jóvenes.   

Ocurre que los políticos no pasean por la barriada de Batán. Y tampoco les pasaría nada porque lo hicieran: siempre van rodeados de guardaespaldas.

Como siempre, Pablo Casado ha vuelto a defraudar a unos y a otros. En la mañana del miércoles, en el Congreso, se sumaba al frente hipócrita-progre contra Vox, manifestando, con gran dolor, que hay cosas que no se pueden decir.

Y lo peor, su candidata a la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, perdió su gran baza -la sinceridad y la frescura-, para desmarcarse del lamentable populismo ultra sobre los menas y, cuidado, para repudiar el pin parental, que no es sino un instrumento -en mi opinión muy superior el cheque escolar- para la libertad de enseñanza y para que los burócratas no les roben los hijos a sus padres.

Los menas no son niños y algunos, sí, son criminales. A partir de ahí, a mantener la postura cristiana. Vox no es un partido ultra, es un partido cristiano: si deja de serlo dejará de ser Vox. Y lo cristiano es acoger al inmigrante… pero también obligar a ese inmigrante a que respete a su países de acogida. También a sus mujeres.

¿Los menas son niños? No todos. ¿Los menas son criminales? No todos.

Y en estas, Díaz Ayuso perdió su sinceridad, su frescura, que es su mejor baza. Y así, el miércoles 21 de abril aseguraba que Vox era ultraderecha y que no compartía la visión de Vox sobre los menas o el pin parental. Es decir, para ganarse al votante de Ciudadanos, Ayuso traspasó varias líneas rojas. Sobre todo una: la mentira. Y si Ayuso comienza a comportarse como una política más bajará tanto como subió. Porque el personal se espera eso de Casado, no de ella.

Y cuidado con los delitos de odio (510 del Código Penal) Se ha convertido en el instrumento mas venenoso de represión contra la libertad de expresión.

Eso sí, un consejo a Vox: hacen bien en defender sus ideas también con los menas, pero los menores no acompañados no son el principal problema de la degeneración de España. Por ejemplo: el derecho a la vida es mucho más importante.

Por cierto, ¿quién es el violento? Vox ha publicado en su twitter un vídeo en el que un joven es atacado por un grupo de menas, por el hecho de asistir a un mitin.