Es posible que Magdalena Valerio, ministra de Trabajo, achaque la actual crisis del sistema público de pensiones: “el anterior Gobierno miró hacia otro lado y se gastó la hucha de las pensiones”. Pero la tal hucha sólo es el chocolate del loro de un problema ingente, llamado envejecimiento de la población, problema que sólo tiene una solución: teniendo hijos, muchos más hijos por pareja de los que ahora tenemos.

Además, hay que castigar las prejubilaciones e incentivar la maternidad

Pero en el ADN del progresismo está en que eso no se puede tocar: las pensiones nos asfixian pero no podemos favorecer la natalidad porque eso es fascismo. Y de ahí no les sacas. Seguimos siendo una España anciana, cada día más vieja, con un coste en pensiones, y un coste sanitario, no lo olvidemos, absolutamente disparado y que, encima, asfixia con impuestos al conjunto de la economía activa.

El ADN progre prohíbe criticar el envejecimiento de la población porque todos sabemos su causa: no tenemos hijos

Así que la única forma de poder seguir pagando las pensiones es retrasar la edad de la jubilación y acabar con las prejubilaciones con un nuevo cómputo de la cuantía de las pensiones que desanime la retirada prematura del mundo laboral. 

Pero eso no es popular.

La demagogia de la ministra Valerio amenaza con batir todas las marcas.