Con todo respeto hacia el Tribunal Supremo, discrepo de la dura campaña que llevará a la cárcel al exvicepresidente del Gobierno, Rodrigo Rato por las tarjetas de representación, las ‘black’. Primero porque que esas tarjetas de representación son práctica habitual en todas las grandes empresas para directivos y consejeros. Sí, para funciones de representación, no para gastos personales.

Y fueron práctica habitual en unas cajas de ahorros, cuyos consejeros figuraban populares socialistas comunistas, empresarios, miembros de la Casa Real, sindicalistas, etc.

En segundo lugar, por lo que ya hemos repetido en Hispanidad la banca española no cayó por las ‘black’, sino por los créditos dolosos y fallidos. Esos son los que hunden a la banca y enriquecen a los banqueros.

​Por los créditos dolosos sí que se hundieron bancos y sí que se hicieron millonarios algunos banqueros

Ejemplo, todo el dispendio (mucho, sin duda, y reprobable, pero…) de las tarjetas de Cajamadrid y Bankia suponen 15 millones de euros en 11 años. Pues bien, solo en 11 operaciones bancarias de la filial Bancaja, en créditos fallidos y con sospecha de dolosos, se perdieron 1.700 millones de euros, mientras el FROB, que no ha sido especialmente eficiente, confirmó más de 3.500 millones de euros en créditos dolosos o fallidos durante la crisis bancaria. Es decir, 15 millones de euros frente a 1.700.

Pero eso sí, las ‘black’ tiene mucho más morbo. Por ejemplo, para contemplar como un prohombre compraba lencería con la tarjeta de Cajamadrid y otro se iba a una sauna. Y también, que esto no fue algo del PP, cómo se permitían lujos los políticos, empresarios, sindicalistas, de la lata dirección de un banco que es habían encargado administrar. Esto sí, sin tener ni idea de cómo hacerlo.

Por cierto, lo de las ‘black’ no fue cosa del PP: había socialistas, comunistas, sindicalistas, miembros de La Zarzuela, etc, etc, etc

¿Y por qué ocurre esto? Pues porque el Banco de España fue un desastre y porque es más fácil investigar los gastos de representación que inspeccionar los créditos fallidos a amigos que montan sus hoteles con réditos. El prestatario no paga al banco y, al final, acaba haciendo socio o consejero al hermano del presidente de la entidad.

Ahí sí que nacieron fortunas, ahí sí que murieron entidades, que luego ha habido que reflotar con miles de millones de todos los españoles.