Vivimos en un mundo donde hay una histeria por el culto al cuerpo y la salud hasta límites insospechados. Por eso abundan los productos “sin” o “bajos en” azúcar, calorías, cafeína… y a este paso, puede que lleguemos al ‘sin sabor’. Buen ejemplo de ello lo vemos en Coca-Cola, pues presume de que el 52% de las ventas en España son bebidas bajas en o sin calorías y de reducir el contenido de azúcar.

Eso sí, la multinacional de refrescos usa hojas de coca -descocainizadas, cómo no-, tal y como le permite la Administración para el Control de Drogas (DEA, por sus siglas en inglés) estadounidense, como agente saborizante, según recoge la BBC. De hecho, de aquí viene hasta parte de su nombre. Eso sí, la marca ni confirma ni desmiente: "nuestras fórmulas son los secretos comerciales más valiosos de la compañía. No confirmamos ni discutimos las fórmulas o los ingredientes de nuestros productos más allá de los ingredientes enumerados en las etiquetas". Más claro, agua. 

Proyecto Hombre dice que hablar de alcohol, tabaco y cannabis como drogas "blandas" reduce la percepción de riesgo que tiene su consumo

Y ahora parece que va a más. Hace unos meses, no tenía planes de añadir cannabidiol (componente principal del cannabis, también conocido como marihuana) en sus bebidas. Pero el pasado diciembre, el CEO, que pasará a ser presidente en abril, James Quincey, explicó que no lo hará hasta que se considere “legal, seguro y consumible”. O sea, parece que solo es un 'no', por ahora.  

Coca-Cola, tan preocupada por el peso y la salud de sus consumidores, debería tener en cuenta algunas consideraciones de la asociación sin ánimo de lucro Proyecto Hombre, que ve difícil categorizar las drogas entre “duras” y “blandas”. Una clasificación popular “completamente errónea, pues reduce la percepción de riesgo del consumo de alcohol, tabaco y cannabis”, que se suelen meter en el grupo de las "blandas". Y es que la asociación es más partidaria de que se tipifiquen en función de su efecto sobre el sistema nervioso central: estimulantes, depresoras, alucinógenas… O sea, ninguna droga es buena, porque según la OMS, droga es toda sustancia que introducida al organismo produce una alteración natural del funcionamiento del sistema nervioso central del individuo y es susceptible de crear dependencia psicológica, física o ambas.