El juez Manuel García-Castellón, el fiscal Alejandro Cabaleiro y el presidente del BBVA, Carlos Torres
El juez de la Audiencia Nacional, Manuel García-Castellón, ha citado a declarar, próximo viernes 27, a la persona jurídica BBVA, la clave de una instrucción que dura ya cuatro años.
Lo hace precisamente ahora, cuando la Sala le ha ordenado al instructor que termine ya su trabajo, a petición del acusado BBVA. Todo indica que Castellón no pasará como imputado a la persona jurídica BBVA al juicio oral. Ahí entran en el baile otros jueces que podrían decidir, por ejemplo, que no sea un abogado quien represente físicamente al BBVA sino, mismamente, el presidente, el CEO... o todo el consejo de administración, en su totalidad manifiesta.
Carlos Torres no se ha distinguido por defender a sus directivos. Es más, les ha obligado a jugar un papel que alguno de ellos -por ejemplo Béjar- no quería jugar y luego se ha salvado él y les ha dejado tirados
Eso abriría un nuevo panorama de cara al Banco Central Europeo (BCE). 'A bodas me convidan', podrían pensar en Francfort que podría aprovechar para demostrar su poderío sobre el corporativo de las entidades para forzar el cambio, cualquier cambio, incluido el de presidente... en una entidad imputada por cargos graves.
Volvamos al presente. Con su citación de la persona jurídica BBVA, Manuel García-Castellón tranquilizaría al fiscal, Alejandro Cabaleiro, quien se ha empeñado en que la instrucción prosiga -el que quería cerrarla era el juez- dada la actitud obstruccionista de los actuales directivos del BBVA en este caso, donde han estado asesorados por el bufete Garrigues.
Así que, muy propio del estilo de este magistrado, Castellón trata de mostrase duro cuando en el fondo es muy blando con el BBVA, porque lo previsible es que, como ya hizo cuando le citó a declarar por primera vez, BBVA SA aproveche su condición de imputado, que no de testigo, para negarse a declarar y sansecabó.
Al tiempo, Castellón abronca a Carlos Torres por su falta de colaboración y contenta -me temo que no del todo- al fiscal Cabaleiro. Pero la bronca es aparente, no cuela: lo previsible en este juez es que el BBVA SA sea exonerado y no pase a juicio oral en condición de acusado.
Lo mejor para España y para el sistema bancario español es que el BBVA-persona jurídica no pase como imputado a juicio oral. Las personas jurídicas no existen, existen las personas. Por tanto si no existen, ¿cómo puñetas van a delinquir?
Tampoco Carlos Torres, con lo que todo parece concluir en que será Francisco González quien pague el pato (desde luego es el principal culpable) así como los ejecutivos que obedecieron órdenes, como Béjar, Arbizu, Corrochano, etc.
Desde luego, no Carlos Torres, ya CEO y ya presidente cuando el BBVA seguía pagando a Villarejo para que espiara a sus adversarios, ya fueran empresarios, abogados o periodistas.
La verdad es que Carlos Torres no se ha distinguido por defender a sus directivos. Es más, primero les ha obligado a jugar un papel que alguno de ellos -por ejemplo Béjar- no quería jugar y luego se ha salvado él y les ha dejado tirados. Hay que obedecer a los abogados Garrigues, ciertamente, pero el presidente del segundo banco de España puede y debe tener el coraje necesario para ponerle límites a sus abogados. Puedo asegurarles que ahora mismo, los directivos -y los consejeros- del BBVA no confían en que su presidente de la cara por ellos ante el exterior. Torres, se lo aseguro, no es un presidente popular en la Vela.
Eso sí, lo mejor para España y para el sistema bancario español es que el BBVA-persona jurídica no pase como imputado a juicio oral. En primer lugar, porque esto de la imputación de personas jurídicas, una nueva figura penal creada por el centrífugo Rodríguez Zapatero, resulta un tanto pintoresco. Señores: las personas jurídicas no existen, existen las personas. Por tanto si no existen, ¿cómo puñetas van a delinquir?
Pero todo esto no quita que, si el asunto concluye como se espera, el magistrado García-Castellón se haya salido por la tangente con insondable elegancia: para este viaje, Señoría, no hacían falta estas alforjas.