Iberdrola pasa por ser la eléctrica más verde de Europa. Su imagen de marca nos dice justamente eso, que lo suyo es el color verde, al que ahora se suma el morado feminista, con la compañía metida a patrocinadora de la Selección Española de Fútbol y con Galán como caballero rodeado de las componentes de dicha selección.

Pero volvamos a la energía verde: la imagen de marca que vende Iberdrola es la de la ecología. Asegura ser el líder mundial de energía eólica y ahora juega a solar. No importa que el presidente, Ignacio Galán, motejara años atrás a la solar como un producto financiero con lo que quería decir que los promotores de esta energía no eran sino financieros, tirando a especuladores que buscaban subvenciones con las que poner en marcha las huertas solares para luego revenderlas. La gente, como muy bien sabe Pedro Sánchez, no miente, cambia de opinión. 

Pues bien, las cifras extraídas de los propios informes contables de Iberdrola -ver cuadro- correspondientes al ejercicio 2022 demuestran la realidad, que poco tiene que ver con la imagen de marca. Así, en 2022, el 35,9% de toda la energía producida por Iberdrola en todo el mundo tuvo su origen en el ciclo combinado, o sea, en el contaminante gas, que tanto aborrece nuestra querida vicepresidenta tercera, Teresa Ribera. Durante ese mismo año, el 14,7% de la energía fue de origen nuclear, energía está perseguida por el Gobierno Sánchez en un proceso aplaudido por Ignacio Galán quien presionó para forzar, incluso adelantar, los cierres de los reactores hoy en funcionamiento.

Enfrente, en ese mismo ejercicio 2022, la producción de energía eólica representó el 27,9% de la energía total producida por Iberdrola mientras que la actual estrella ecológica, la energía solar, supuso el 2,4%. Para igualar la producción de energías renovables con la nuclear y el gas, las más odiadas por el Ejecutivo, aversión oficialmente respaldada por Iberdrola, tendría que sumar la producción hidroeléctrica, la más favorecida por la regulación y donde Iberdrola opera en régimen de práctico monopolio en España. En cualquier caso, ya saben ustedes que los pantanos no les gustan a los ecologistas, protectores de los peces que se ven enjaulados por las presas y de la madre tierra, la mismísima Pachamama -sí la misma de los sacrificios humanos de los amerindios- a la que los pérfidos hacedores de pantanos colocan un corsé opresor.

Que nada es lo que parece. Al final, la única verdad de esta estrategia, que empieza a resultar secular, de la primera compañía española, que se presenta como la más verde de todos los verdes, consiste en lo que también declara su presidente, Ignacio Sánchez Galán, un hombre descreído de todo lo que no sea la cuenta de resultados del grupo eléctrico con sede en Bilbao: “Yo no hago la política energética, eso es cosa del Gobierno. Yo sólo la aplico”. Y lo aplica muy bien, todo hay que decirlo: Galán es de los que oye caer un euro en la Plaza de Castilla desde la Puerta del Sol. Eso nadie puede discutírselo.