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Trump se plantea abrir una guerra arancelaria en la industria del automóvil, algo que no quieren ni los fabricantes americanos ni los europeos. De hecho, ha vuelto a amenazar con esa opción esta misma semana si EEUU no llega a un acuerdo comercial con la UE. Vuelve a flotar así un viejo fantasma, que atormenta especialmente a Alemania, con una economía muy dependiente del sector del motor.
Llueve sobre mojado, no obstante, una vez que se ha confirmado -lo desveló el Gobierno alemán- el estudio encargado por la Administración Trump para medir la amenaza a la seguridad nacional que suponen las importaciones de coches europeos. Insólito pero real, aunque no se ha cuantificado aún el posible impacto negativo.
Sí se conoce, en cambio, el impacto positivo de unas tarifas arancelarias reducidas al 0% a uno y otro lado del Atlántico. Para los fabricantes alemanes, en concreto, elevaría un 5% sus resultados de explotación.
Trump redobla la presión sobre Europa si no llegan a un acuerdo en las negociaciones comerciales
Trump parece inclinado más bien a lo contrario, como ha insistido ante el canciller austriaco, Sebastián Kurz, con el que tiene una buena relación. “Si no llegamos a un acuerdo comercial con ellos (la UE), haremos lo de los aranceles”, advirtió el miércoles, poco antes de la reunión con Kurz en el Despacho Oval.
La amenaza no es nueva. Forma parte del American first proteccionista que guía desde el comienzo de su mandato a Trump. Esa política, en el caso del automóvil, ha provocado que sobrevuele permanentemente un aumento de aranceles de hasta un 20% a las importaciones de automóviles de todos los países, no sólo europeos.
Es la razón, en fin, de que encargara un informe, que ya tiene en sus manos, al Departamento de Comercio. Sin embargo, no se plantea aplicar aranceles mientras duren las negociaciones comerciales, como hizo con el acero y el aluminio, que la UE respondió de igual modo.
La Eurocámara aprueba que se incluya el motor, pero aboga por romper el diálogo si se adelanta, como con el aluminio y el acero
La Eurocámara, mientras, ha dado el visto bueno esta semana para que se incluya el automóvil en esas negociaciones, aunque abogó por suspenderlas si EEUU impone más aranceles a productos europeos.
Trump tiene 90 días para decidir si se acoge a la conclusión del informe de Comercio sobre el peligro de las importaciones para la seguridad nacional, un temor con base dadas las preferencias de Trump por los aranceles. Es apodado como Mister Arancel por algunos analistas
El trasfondo, en cualquier caso, sería negativo, como han resaltado, esta semana en pleno debate, las asociaciones de fabricantes europeos y americanos. Europa, en cualquier caso, respondería con la misma moneda,
En términos de cotización de los grupos europeos, como han apuntado los analistas de Bankinter, los que más han sufrido en lo que va de año han sido los alemanes, y sobre esa base no creen que “un acuerdo favorable esté reflejado” en los precios en bolsa.
Los fabricantes temen el efecto dominó negativo sobre las economías, las empresas y el consumidor
Las tarifas de importación actuales, recuerdan, son del 2,5% para vehículos ligeros (y un 25% para furgonetas y pick-ups) de Europa hacia EEUU y del 10% para todo tipo de vehículos de EEUU vendidos en Europa.
La posible subida de aranceles ha sido contestada, en Europa, por la asociación que agrupa a los fabricantes, Acea, que alerta del impacto negativo, tanto para las dos economías, continental y americana, como para las compañías y los consumidores.
Hay que tener en cuenta que los fabricantes europeos producen anualmente casi un millón de vehículos en EEUU, de los que un 60% tiene como destino la exportación. Directa o indirectamente, dan empleo a 470.000 trabajadores americanos.
El secretario general de Acea, Erik Jonnaert, ha dicho que las importaciones “no suponen ningún riesgo a la seguridad nacional de EEUU”. Ve, en cambio, que los aranceles implicarían aumentos “significativos” en los costes -también de los componentes-, y restaría competitividad a los fabricantes, por los menores márgenes de beneficio y precios mayores para el consumidor.
Moody’s se une al debate: clacula 500.000 millones menos en transacciones comerciales
Los americanos, por su lado, opinan lo mismo, como ha señalado la Asociación de Fabricantes de Motor y Equipo de EEUU. No sólo fijan el foco en Europa, sino que lo amplían a otros países como México o Canadá, que ya firmaron a finales de 2018 un nuevo tratado de libre comercio.
A ese debate se han unido también los ejecutivos del sector, y el temor es compartido. Temen las represalias de los mismos países a los que se impongan aranceles, al tiempo que hacen ver que dependen de componentes importados.
Por ello, han pedido al presidente que tenga en cuenta al sector privado antes de decidir y que se deje asesorar. Han subrayado que es “fundamental” para industria americana poder asesorar a la Casa Blanca. De lo contrario, las inversiones en EEUU caerán al nivel de décadas pasadas.
En el mismo sentido, la agencia Moody’s ha trasladado un informe a los inversores sobre el posible impacto a escala global si EEUU decide imponer aranceles del hasta el 25%. Restarían, en concreto, unos 500.000 millones de dólares en las transacciones comerciales. Son el equivalente al 2,8% de las importaciones mundiales en 2017 y el 0,6% del PIB mundial de este mismo año.
Y a esas razones se añaden las mismas pegas que plantean los fabricantes -precios más elevados, con el impacto en el consumidor-, “en medio de unas condiciones financieras más restrictivas”.