
La matemática electoral parece clara: el PP suma un diputado en la Asamblea extremeña, pasa de 28 a 29, con lo que María Guardiola puede justificar su convocatoria anticipada... pero no más. El PSOE baja de 28 a 18 diputados, quizás el resultado más extrapolable al resto de España, pues demuestra que el Sanchismo se hunde pero Sánchez está dispuesto a morir matando o incluso a aprovechar, no un pucherazo, que le resultaría difícil, aunque no imposible, pero sí cualquier catástrofe, real o exagerada, para forzar una situación de emergencia y continuar en Moncloa.
Otra consecuencia importante: Sumar-Podemos, el neo-comunismo, está en caída libre. Es más, no consigue representar a la izquierda. Sí, sube de 4 a 7 diputados pero no consigue recuperar los 10 escaños que pierde el PSOE.
Y algo más: esta vez ha sido Podemos acompañado del Partido Comunista (núcleo central, creo, de Izquierda Unida y no el Sumar de Yolanda Díaz) quien ha remontado, así que cuidado que la pareja de chifladas compuesta por Ione Belarra e Irene Montero, podría estar de vuelta.
Lo más relevante: Vox más que duplica su representación, de 5 a 11 diputados, lo que revela que hay un público preferentemente joven que quiere cambiar.
Ahora bien, no nos engañemos: PP y PSOE son dos socialdemocracias, de izquierdas y de derechas, o así, jugando a ver cuál es más progre. No es que Guardiola sea una intelectual de fuste, por lo que su principal acusación a Vox radica en que los de Abascal atentan atenta contra la Igualdad, la igualdad de las mujeres, naturalmente, esto es, de la mujer feminista.
En resumen: la elecciones en Extremadura demuestran que pasar del PSOE al PP puede resultar un cambio escaso. Lo más urgente, no está ni en el PP ni en el PSOE: lo pertinente es que Santiago Abascal, de una puñetera vez, no se conforme con capitalizar el descontento insufrible creado por Sánchez y la abulia que provoca Feijóo, con un programa mucho más definido que aúne los cuatro principios no negociables de Benedicto XVI -vida, familia, libertad de enseñanza y bien común- con una política económica de defensa de la propiedad privada pequeña y de la meritocracia. Es decir, lo opuesto a la socialdemocracia de izquierda del PSOE y a la socialdemocracia de derechas del PP, ya que ambos adoran el sector público y el dinero público... verdaderas lacra de la economía española.
Por lo demás: el PP se mantiene, PSOE se despeña, los comunistas no representan a la izquierda y Vox no deja de ser la tercera fuerza... por lo que el cambio no parece posible. ¿Alianza PP-VOX? Con una feminista como María Guardiola no es posible. No cambia mucho.









