Reino Unido y Países Bajos son los dos países que tuvieron piratas, alimentaron la leyenda negra contra España e inventaron los paraísos fiscales. Ahora cabría preguntarse si se ha roto esta 'alianza pirata', porque Royal Dutch Shell quiere llevarse también la sede fiscal a Londres, donde ya tenía la sede social desde 2005.

La petrolera anglo-neerlandesa se aprovecharía así de beneficios fiscales británicos, según recoge el Breakingviews de Reuters. Asimismo, evitaría los efectos del impuesto neerlandés de retención de dividendos del 15% sobre algunas acciones. Recuerden que en 2005 se estableció una estructura de acciones dual (acciones A -para inversores de Países Bajos y B para los de fuera de este país) desde la unificación de Koninklijke Nederlandsche Petroleum Maatschappij y The Shell Transport & Trading Company bajo una sola compañía matriz, pero no se preveía que tuviera un carácter permanente: ahora se quiere simplificar dicha estructura.

Quiere “acelerar la implementación de la estrategia”, señala su presidente, Andrew Mackenzie, porque “en un momento de cambios sin precedentes para la industria, es aún más importante que tengamos una mayor capacidad para acelerar la transición a un sistema energético global con bajas emisiones de carbono”

Ahora Royal Dutch Shell busca esta simplificación por dos motivos. Primero, para “acelerar la implementación de la estrategia”, ha señalado su presidente, Andrew Mackenzie, porque “en un momento de cambios sin precedentes para la industria, es aún más importante que tengamos una mayor capacidad para acelerar la transición a un sistema energético global con bajas emisiones de carbono”, ha añadido. Y segundo, porque tras comprar la petrolera británica BG Group en 2016, la recompra de acciones A implica el pago de la retención fiscal neerlandesa citada y a medida que se devuelve capital a los accionistas gracias a los altos precios del petróleo, el número de acciones B baja.

La petrolera anglo-neerlandesa ha señalado que así también intenta reforzar su competitividad. Ante el cambio de la sede fiscal, el Ejecutivo de Mark Rutte estudia cambios fiscales para evitarlo, pero no sabe si tendrá apoyos para lograrlo y en la compañía parece que los planes son firmes: el CEO, Ben van Beurden, y la directora financiera, Jessica Uhl, ya han anunciado mediante vídeo que trasladarán su residencia a Reino Unido. Asimismo, Royal Dutch Shell también quiere simplificar su nombre, dejándolo sólo en Shell. Eso sí, la última decisión la tendrán los accionistas, que votarán en la Junta del próximo 10 de diciembre.

La multinacional anglo-holandesa de alimentación, belleza y cuidado del hogar Unilever renunció a trasladar su sede social a Países Bajos, algo que se rumoreó bastante con motivo del Brexit

Y ojo, todo esto sucede meses después de que la petrolera fuera condenada por un tribunal neerlandés a reducir sus emisiones un 45% para 2030, por su responsabilidad directa en el cambio climático. Un fallo que llegó tras la denuncia de una ONG ecologista, cómo no, llamada Amigos de la Tierra (Mileudefensie, en neerlandés). Ahora, como el resto de compañías del sector, se mueve al alza por el encarecimiento de los precios del crudo y del gas, recuperándose del batacazo del Covid, y conviene destacar que próximamente perderá a Maarten Wetselaar, su actual director de Gas Integrado y Nuevas Energías y miembro del Comité de Dirección, que lleva 26 años en Shell, pero se convertirá en el nuevo CEO de Cepsa a partir del 1 de enero. 

Paralelamente, ante el traslado de la sede fiscal de Royal Dutch Shell, conviene recordar a Unilever. Esta multinacional anglo-holandesa de alimentación, belleza y cuidado del hogar tiene su origen en 1929, cuando se fusionaron la compañía neerlandesa de margarina Margarine Unie y el fabricante inglés de jabones Lever Brothers, y que después ha realizado numerosas adquisiciones y compite con Procter & Gamble, Colgate-Palmolive y Nestlé, entre otros. Y es que Unilever renunció a trasladar su sede social a Países Bajos, algo que se rumoreó bastante con motivo del Brexit: una renuncia que hizo en 2018 y también en 2020.

Parece que los piratas británicos ganan a los neerlandeses en sedes empresariales, pese a que Países Bajos se considera un paraíso fiscal -aunque con bastante decoro- dentro de Europa.