Teresa Ribera apuesta a lo grande por el hidrógeno verde (también llamado hidrógeno renovable, como bien saben), pues es la miembro más ecologista del Gobierno, y lo hace vía subvenciones, claro está, con dinero de los españoles... y también del resto de los europeos. Y es que este negocio a día de hoy no es rentable.

Por tanto, se repite lo mismo que pasó en su momento con las energías renovables, más concretamente, con placas solares y molinos de viento, y cuyas consecuencias aún seguimos pagando. Otro socialista, José Luis Rodríguez Zapatero, dio generosísimas primas a estas energías, disparando el déficit de tarifa a casi 30.000 millones de euros (este cerró 2020 en 14.294 millones y se prevé que acabaremos de pagarlo en 2028, y terminó 2021 en 12.182 millones). Se trata de una deuda financiera... por lo que también hay que abonar los intereses. Además, el recorte de dichas primas -primero por parte del ministro socialista Miguel Sebastián en 2010 y luego por el popular José Manuel Soria en 2013- provocó que llegaran reclamaciones milmillonarias de fondos y compañías en laudos internacionales.

Ahora, si las subvenciones al hidrógeno verde se disparan, se corre el riesgo de aumentar aún más la elevadísima deuda pública española y crear otra especie de déficit de tarifa... De momento, el Consejo de Ministros de este martes ha aprobado el reparto de 74 millones a la puesta en marcha de cuatro proyectos que pertenecen a las empresas HSB2, Sener, Nordex e Iveco; y que movilizarán más de 245 millones. Una partida que se enmarca en el Proyecto Importante de Interés Común Europeo (IPCEI) Hy2Tech, encaminado a apoyar la investigación y la industria del hidrógeno renovable, y en el que nuestro país quiere jugar un papel importante: “Cerca del 20% de las inversiones en hidrógeno a nivel mundial tiene lugar en España”, ha destacado Ribera.

Eso sí, la vicepresidenta ecológica ha mostrado mucho menos entusiasmo que la ministra portavoz y titular de Política Territorial, Isabel Rodríguez, respecto al proyecto del futuro hidroducto H2Med entre Barcelona y Marsella, que supone un engaño de Emmanuel Macron a Pedro Sánchez y de este último a los españoles. El presidente español, campeón del narcisismo, aspira a que nuestro país sea un gran exportador de hidrógeno verde, mientras que el francés es mucho más listo y apuesta por el hidrógeno rosa, es decir, el que se genera con energía nuclear.

El hidrógeno verde hoy no sólo es muy caro de producir, sino que es difícil de transportar, porque el hidrógeno es una molécula inestable. Lo mejor es producirlo y consumirlo in situ: puede ser útil sobre todo para grandes procesos que necesitan mucha energía, como los que se hacen en acerías, refinerías y cementeras

Recuerden que ese hidroducto submarino sólo “será capaz de transportar el 10% (o sea, 2 millones de toneladas) del consumo de hidrógeno de la UE para 2030”, según el propio Sánchez, por lo no resolverá la seguridad de suministro ni a corto ni a medio plazo y encima saldrá más caro que ampliar las plantas de GNL francesas. Asimismo, para producir los 4 gigavatios (GW) de hidrógeno verde previstos para 2030 en España se necesitan tres veces más veces más de renovables (12 GW) y si se trata de energía fotovoltaica, esta ocuparía el 5% del suelo español, algo que hoy se presenta algo difícil. A Sánchez le encanta hablar de que España será “un país exportador de energía” gracias al hidrógeno verde... pero las cuentas no salen. Y ojo, todo esto se lograría en el mejor de los casos, porque actualmente no sólo es muy caro de producir, sino que aún no es rentable y es difícil de transportar, porque el hidrógeno es una molécula inestable. Lo mejor es producirlo y consumirlo in situ, y puede ser útil sobre todo para grandes procesos que necesitan mucha energía, como los que se realizan en acerías, refinerías y cementeras. El H2Med es considerado técnicamente inviable por muchos expertos del sector energético y por tanto, recuerda cada día más al cuento de la lechera, que ya saben cómo acabó. Y ojo, aún hay que hablar de quién y cómo lo financia: ¿España, Francia o la Comisión Europea? Hagan sus apuestas, pero sin jugarse nada.

Paralelamente, el Gobierno ha abordado el informe sobre la propuesta de reforma del mercado mayorista de la electricidad en la Unión Europea que España enviará a Bruselas. Un informe que se ha filtrado a eldiario.es y del que algunas fuentes conocedoras han dado algún detalle también a Cinco Días. Al parecer, nuestro país pide que se saque al gas del pool eléctrico y que se impongan precios fijos a largo plazo para la energía nuclear (la cual ha sido defendida por Thierry Breton) e hidráulica, así como mantener el timo del tope ibérico al menos hasta finales de 2024 (que en un principio y si no hay cambios, finaliza el próximo mayo). 

Ribera tampoco ha perdido la ocasión de defender la reducción del trasvase Tajo-Segura, que no gusta nada al socialista valenciano Ximo Puig. Y dentro de su pedantería habitual, ha destacado que “el Consejo de Estado se va a encontrar con argumentos contradictorios” y que “el cambio climático nos hace oscilar entre sequía e inundaciones”. ¿Y qué? La vicepresidenta ecológica olvida que la reducción de dicho trasvase supone que se eleva la escasez de recursos de las huertas valencianas y murcianas, y también el precio del agua. Y encima, se atreve a criticar a la pepera Isabel García Tejerina, la que fuera ministra de Agricultura, Pesca, Alimentación y Medio Ambiente entre noviembre de 2016 y junio de 2018. Eso no queda muy bien en política, señora Ribera.