Repsol, Cepsa, Shell, TotalEnergies... son petroleras que desde hace años se han unido al giro verde y la sostenibilidad apostando por las energías renovables. Claro que este movimiento se está produciendo, afortunadamente, sin dejar de lado su negocio tradicional (el petróleo y el gas), e implicándose también en su descarbonización.

En Repsol, hace tiempo que han emprendido su revolución tranquila tanto en España como fuera. En renovables, tiene ya más de 2.000 megavatios (MW) y el objetivo es alcanzar una capacidad de generación de renovables de 6.000 MW en 2025 y de 20.000 MW en 2030. Para alcanzar este gran desarrollo verde ha ido dando pasos, como: la compra de 7.700 MW de activos en desarrollo a Asterion, el mayor fondo de infraestructuras en Europa que dirige Jesús Olmos; rodearse de socios en el negocio (vendió el 25% a la filial aseguradora de Crédit Agricole y al fondo suizo Energy Infraestructure Partners -EIP-) y en algunos activos (Delta y Valdesolar), y forjar alianzas (Telefónica, Crédit Agricole, Portobello, Orsted...).

La compañía multienergética que tiene como presidente a Antonio Brufau y CEO a Josu Jon Imaz está comprometida con la descarbonización, pero defendiendo la neutralidad tecnológica y la capacidad tecnológica-industrial, sin olvidarse de su principal negocio y trabajando para que este sea cada vez más neutro en carbono. Y no se puede olvidar que la semana pasada, en su Junta de Accionistas, Imaz tiró de las orejas a Greenpeace y a Teresa Ribera al subrayar que “es ético producir el petróleo y el gas que el mundo necesita”. Es más, les reprochó a los ecologistas y a otros muchos que “si quieren ser éticos, se tienen que preocupar de los precios y de la seguridad de suministro”, y no sólo de la sostenibilidad. Es decir, de todo el trilema energético.

Cepsa acaba de anunciar un acuerdo con Grupo Ibereólica Renovables para desarrollar nuevos proyectos renovables de hasta 5.000 MW. Un nuevo paso que forma parte del giro verde que inició con la llegada de Maarten Wetselaar a la silla de CEO y su nuevo plan estratégico 

Cepsa acaba de anunciar un acuerdo con Grupo Ibereólica Renovables para desarrollar nuevos proyectos renovables de hasta 5.000 MW, con lo que optimizará su acceso a energía renovable para los proyectos de hidrógeno verde. Un nuevo paso que forma parte del giro verde que inició con la llegada de Maarten Wetselaar a la silla de CEO y su nuevo plan estratégico denominado ‘Positive Motion’, que tiene entre sus principales puntos la apuesta por las renovables, los biocombustibles y el hidrógeno verde.

La petrolera, que es propiedad del fondo soberano de Abu Dabi (Mubadala) en un 61,5% y el fondo de inversión estadounidense The Carlyle Group en un 38,5%, no tiene previsto salir a bolsa y contempla unas inversiones de hasta 8.000 millones en su nueva estrategia. En relación a las renovables, el objetivo es llegar a 7.000 MW de proyectos solares y eólicos que quiere desarrollar para consumo propio, aunque no descarta dar servicio a algunos clientes que quieran el paquete completo. Y para ayudar a lograr esta meta, Cepsa se ha aliado ahora a Grupo Ibereólica Renovables, compañía fundada en 1996 y dedicada a desarrollar, construir y explotar proyectos de generación eléctrica a partir de fuentes renovables. Esta última ya posee 1.062 MW en explotación en España y Chile (donde tiene una sociedad conjunta con Repsol), 628 MW en construcción, y desarrolla una cartera de más de 11.000 MW en proyectos verdes, y también apuesta por el hidrógeno verde.

Carlos Barrasa, director de Commercial & Clean Energies de Cepsa, ha señalaron que con esta alianza “reforzamos el acceso a largo plazo, y a un precio estable y competitivo, de energía sostenible con la que impulsar el desarrollo de nuestros proyectos de hidrógeno verde y biocombustibles, siendo complementaria al desarrollo de nuestros proyectos de energías renovables”. Alianza que es “una palanca fundamental para el desarrollo de nuestra cartera de proyectos de generación renovable en España a medio y largo plazo, y refuerza nuestro compromiso decidido con la descarbonización de la matriz energética como medio para impulsar un mundo más sostenible”, ha subrayado Gregorio Álvarez, presidente y fundador de Grupo Ibereólica Renovables.

Los defensores del medio ambiente sugirieron a ExxonMobil y a Chevron que reduzcan sus inversiones en la explotación de nuevos pozos petroleros. Sin embargo, estas petroleras se defienden destacando que la demanda de energía aumentará y que habrá que satisfacer a todos, de forma especial ofreciéndoles energía a un coste asequible

Por su parte, Shell, la petrolera-anglo neerlandesa en la que trabajó Wetselaar antes de llegar a Cepsa, también apuesta por la energía renovable en España. De hecho, ha comprado una cartera de 1.100 MW a la consultora Isemaren, que se suman al acuerdo de compra de 2.000 MW fotovoltaicos que alcanzó con la compañía sevillana Green Tie Capital a finales del año pasado.

Y la petrolera francesa TotalEnergies también ha puesto sus ojos en las renovables de nuestro país. De hecho, construirá 3.300 MW con el desarrollador Ignis y tiene una cartera de 5.000 MW de proyectos fotovoltaicos para instalar hasta 2025.

En paralelo, la mayoría de accionistas de las petroleras estadounidenses ExxonMobil y Chevron han rechazado más medidas para luchar contra el cambio climático que las que están llevando a cabo en sus respectivas juntas. Por ejemplo, una resolución que pedía evaluar el impacto financiero de las políticas públicas ambientales sobre su actividad tras el Acuerdo de París o una propuesta que pretendía obligar a estas petroleras a adherirse a la política que busca limitar el calentamiento global a 2°C respecto al período preindustrial. Y por cierto, Rex Tillerson, CEO de Exxon, ha subrayado en relación al cambio climático que “no ignoramos los riesgos. La diferencia es solo sobre la manera en abordarlo”.

En dichas juntas, los defensores del medio ambiente sugirieron a ExxonMobil y a Chevron que reduzcan sus inversiones en la explotación de nuevos pozos petroleros. Sin embargo, las petroleras estadounidenses lo tienen claro y se defienden destacando que la demanda de energía aumentará y que habrá que satisfacer a todos, de forma especial ofreciéndoles energía a un coste asequible. Esto recuerda el famoso trilema energético al que tantas compañías del sector están aludiendo en nuestro país: precios asequibles, seguridad de suministro y sostenibilidad.