Tras hacerse con el Popular en la fatídica noche del 6 al 7 de junio de 2017, y pagar tan solo un euro por una entidad que en bolsa valía 1.300 millones, Santander España se convirtió en el banco ‘number one’ de nuestro país, con una de mercado del 19% y en líder indiscutible en el segmento de pymes, con una cuota del 25%. Recuerden que el Popular fue, durante años, el banco más rentable de España y el preferido por las pequeñas empresas.

En la rueda de prensa celebrada en la mañana del día de autos, Ana Botín compareció junto al consejero delegado del grupo, José Antonio Álvarez, y al Ceo de Santander España, Rami Aboukhair. Sobre él recaería la responsabilidad de pilotar la integración del Popular, principalmente de sus clientes.

Un lustro después, sin embargo, y bajo la dirección de Aboukhair hasta abril de 2021 y actualmente bajo la batuta de António Simoes, el Santander ya no es líder en España, ni en banca doméstica ni como banco de pymes, aunque no todo ha sido culpa suya, ya que algo ha tenido que ver la fusión Caixabank-Bankia.

Pero no nos engañemos: el Santander nunca ha sido un banco de cliente, sino de producto. Ya lo era con Emilio Botín y lo sigue siendo con su hija Ana al frente, algo que afecta de manera muy especial a las pymes, probablemente el segmento de negocio más difícil de la banca doméstica, al necesitar más que ningún otro un trato personalizado y unas soluciones a medida.

Dicho de otra manera, el problema del Santander es que lo hace bien en todos los negocios menos en el retail, que representa la mayor parte del negocio del grupo. Lo está haciendo bien en banca de inversión y corporativa, y con Openbank, la joya de la corona del negocio digital.

Al final, como adelantó Hispanidad, Aboukhair salió del Santander sin más pena que gloria y fichó por García Carrión, donde apenas ha estado tres meses y de donde ha salido de mala manera, dejando el asunto pendiente de los tribunales. Lo llamativo es que para su defensa ha fichado a DeCarlos Remón, el mismo bufete que defiende a Andrea Orcel frente a su antigua casa, el Santander. De momento, la entidad le ha tenido que indemnizar con 41,6 millones de euros, aunque la sentencia fue apelada por el banco.