Netflix es muy progre y blasfema, como hemos apuntado en numerosas ocasiones, pero los números no le salen, como se ha podido ver en sus últimos resultados. Y claro, trata de reaccionar: por un lado, lanzando un plan barato con publicidad; y por otro, poniendo fecha al fin de las cuentas compartidas fuera del hogar, ¡qué ‘conservadora’!, como anunció hace unos meses... Y es que solamente trata de ingresar más y más.

Todo ello en un contexto de elevada y creciente competencia dentro del sector del streaming. Claro que la situación económica de la plataforma que dirigen Reed Hastings y Ted Sarandos es algo delicada. Y es que tiene un elevado nivel de deuda que no se permite a otras compañías españolas y europeas, de hecho, su apalancamiento era del 46,5% sobre el beneficio hace tres años. Ahora, según los resultados del tercer trimestre, no se sabe en qué nivel está dicho apalancamiento, pero sí que su deuda bruta ascendió a unos 14.256 millones de euros y la deuda neta a unos 8.044,5 millones, y que la deuda a largo plazo ha tenido un ligero descenso, pasando de 14.961,8 millones al cierre de 2021 a 14.142 millones.

Tiene un elevado nivel de deuda que no se permite a otras compañías españolas y europeas

A estas deudas, se suma que ha continuado reduciendo su resultado bruto de explotación (Ebitda) y también ha bajado su beneficio neto. A pesar de que los ingresos se han mantenido crecientes (8.047 millones, un 5,9% superiores), Netflix no se conforma y quiere mucho más, por eso, como Google y otras plataformas de streaming, se convertirá en enemigo de la prensa libre al robarles publicidad con la puesta en marcha de su plan barato incluyendo anuncios (en España costará 5,49 euros mensuales a partir del próximo 10 de noviembre).

Asimismo, ha decretado el fin de las cuentas compartidas fuera de un mismo hogar para 2023 y cobrará un extra a los incumplidores. Hasta ahora, el plan Básico (7,99 euros al mes), el Estándar (12,99 euros) y el Premium (17,99 euros) permitían el uso simultáneo de una misma cuenta en uno, dos y cuatro hogares, respectivamente. Todo esto acabará a principios de 2023, cuando cada hogar tendrá que tener su propia cuenta… y pagar por ella, claro está.

Eso sí, en el tercer trimestre, Netflix ha vuelto a crecer en suscriptores, recibiendo el aplauso de los inversores: su cotización ha subido un 13%, aunque aún acumula una depreciación bursátil del 56% en el último año. Prevé que solo ganará unos 166 millones entre octubre y diciembre, pero no hace la más mínima autocrítica y culpa a la fortaleza del dólar y la desaceleración de la economía. Sin embargo, debería tener en cuenta otros aspectos, por ejemplo, que favorece la cultura de la muerte al financiar abortos, que apuesta por una agenda LGTB y el adoctrinamiento de niños, y sus contenidos. Entre estos últimos, destaca que Netflix no hace ascos a contenidos cristófobos (La primera tentación de Cristo Paradise Police son algunos ejemplos), al uso excesivo del sexo (365 díasHalstonLos Bridgerton o Élite), la sexualización de niñas, la perversión en dibujos animados) o al uso de la violencia (El juego del calamar Dahmer), entre otras cosas.