El presidente de Telefónica está siendo sometido a un perfecto chantaje por parte del mercado. Eso es, al menos, lo que opinan voces del equipo ejecutivo. 

Ahora bien, el mercado no es una persona, sino una idea, no tiene personalidad, sólo manías, no razona, sólo sigue su instinto. No se guía por la conspiración, sino por el consenso, es decir, por lo políticamente correcto. Y lo políticamente correcto ha dictaminado que Álvarez Pallete debe jibarizar la compañía, vender más activos, no sólo en Hispanoamérica, para ganarse el favor del mercado.

Pallete piensa que no, durante un lustro, ha demostrado al mercado que no tiene que vender, ni reducir costes, ni incluso deuda. Lo que tiene que hacer es generar más recursos. Y eso sí que lo ha conseguido.

Ahora mismo, por ejemplo, Pallete considera que insistir en el proceso de venta de Hispanoamérica es una locura, porque Iberoamérica -crisis mediante- ha pasado a ser, de nuevo, un buen negocio. Lo mismo ocurre con otros activos, san de red o de nuevos nichos digitales: renunciar a ello significa renunciar al futuro, Incluso en Bruselas vuelva a estudiarse, si no la neutralidad de la red, sí compensar la permanencia de esa neutralidad con nuevos impuestos para los 'chupópteros' de infovías, como califican un ingeniero de Telefónica a los Google. 

Pero ninguna de esas razones sirve: el chantaje, la presión, continua. 

Pallete se resiste pero no aydua que sus dos principales accionistas, los del núcleo duro, Caixabank y BBVA, tampoco sean muy amigos ni de Hispanoamérica ni de, por ejemplo, la  sección de vídeo, para la que ya se ha tomado una solución que no deja de ser una continuidad.

En cualquier caso, jibarizar nunca es bueno... y ceder a los chantajes, tampoco. Por ahora, Pallete resiste. Quiere crecer en lugar se menguar pero una cosa es cierta: los Google lo ponen muy difícil.