Sara Aagesen insiste en actuar entre la hipocresía y la puerilidad en todo lo relacionado con las centrales nucleares de España. Y es que no ha tenido el más mínimo reparo en subrayar que sólo Almaraz ha pedido la prórroga de su funcionamiento. Encima, lo ha hecho desde la Cumbre del Clima (la COP30) que se está celebrando, sin mucho éxito dado que ahora se prima la economía sobre la ecología, en Belém (Brasil).

En dicha Cumbre, la vicepresidenta tercera y ministra para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico ha insistido en uno de sus grandes mantras catastrofistas, al señalar que el cambio climático se acelera y su impacto cada vez es más notable. Por ello, ha pedido intensificar esfuerzos en mitigación y en financiación. Ante la gran inquietud de Aagesen por el cambio climático se entiende aún mucho menos su obsesión antinuclear, porque los reactores contribuyen a luchar contra el mismo al generar electricidad ¡sin emitir CO2! Recueden que la energía nuclear cuenta con el apoyo de numerosos expertos (incluidos los del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático -IPCC- de Naciones Unidas), empresas y países... y está viviendo un auténtico renacimiento en casi todo el mundo. De hecho, hace unas semanas, Fatih Birol, director ejecutivo de la Agencia Internacional de la Energía (AIE), señaló que “estamos entrando en la edad dorada de la energía nuclear”.

Volviendo a su hipocresía y puerilidad, desde la COP30, Aagesen ha subrayado en sus declaraciones a EFE que sólo Almaraz ha pedido su prórroga. Asimismo, ha recordado su caradura reflejada en varias “líneas rojas” y demasiada demagogia y manipulación: “Primero hemos tenido muy claro que no íbamos a permitir que el coste de cualquier ampliación repercutiera sobre los consumidores o sobre los ciudadanos”. Por supuesto, ha preferido obviar que esto último no iba a ocurrir en ningún caso, porque las propietarias de las nucleares españolas (Iberdrola, Endesa, Naturgy y EDP) no sólo corren con el pago de impuestos, que son elevados y redundantes, sino también con los costes de su futuro desmantelamiento. Y por si esto no bastara, ha añadido que “ahora estamos en esa fase en la cual queremos ver si la seguridad nuclear está ahí”. Para esto último, debe esperar a conocer el informe técnico que elabore el Consejo de Seguridad Nuclear (CSN)... y para lo que tiene de plazo hasta el 1 de septiembre de 2027.

Con toda esta palabrería, Aagesen ha respondido a las centrales nucleares catalanas de Ascó y Vandellós II, que se preparan para seguir los pasos de la central extremeña y reivindican que están listas “para poder operar muchos años más”, según ha señalado el director general de la Asociación Nuclear Ascó-Vandellós II (ANAV), Paulo Santos, quien además es presidente de la Sociedad Nuclear Española (SNE) -la cual agrupa a los profesionales del sector nuclear de nuestro país-. “Nuestras tres centrales han pasado revisiones periódicas de seguridad y están en perfectas condiciones técnicas. Seguimos invirtiendo unos 30 millones de euros al año en cada grupo para continuar mejorando”, ha referido Santos, remarcando que “las autorizaciones de explotación se suelen pedir para 10 años. De momento sería para llegar a los 50 años”. Y ojo, porque los reactores de Ascó I, Ascó II y Vandellós II generan el 50% de la electricidad que consume Cataluña (algo que la semana pasada olvidó Junts cuando votó una enmienda sobre nucleares en el Congreso) y el 8,9% de la que se demanda en España. Además, Santos ha subrayado que “una Cataluña sin centrales nucleares supondrá un incremento del precio de la energía, de 13 a 30 euros el MW/hora”.

España necesita la energía nuclear. Sin duda, Aagesen debería escuchar mucho más a Paulo Santos, así como a Ignacio Araluce, presidente de Foro Nuclear (asociación que agrupa a la industria nuclear de nuestro país), para no repetir el error que cometió Alemania al cerrar sus nucleares: ha disparado el uso de gas y carbón, aumentando las emisiones de CO2 y el precio de su electricidad, golpeando a industrias y ciudadanos. Asimismo, también debería tener en cuenta lo que dicen multitud de expertos y rectificar el plan de cierre nuclear que se pactó en 2019, como le reclaman desde Endesa, Iberdrola, Naturgy..., y más si tiene en cuenta que no se están cumpliendo los objetivos del Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC), que se debe invertir mucho en redes eléctricas (y para ello la retribución debe ser adecuada, claro está) y que ya hemos tenido un gran apagón hace unos meses.