Alphabet, matriz de Google, superó el lunes los dos billones de capitalización bursátil, aunque al final cerró la sesión en 1,98 billones, por debajo del umbral que mantienen Microsoft y Apple. El asunto no es baladí: hablamos de una multinacional cuyo valor supera la economía de muchos países desarrollados, como la española: equivale al 120% del PIB de nuestro país.

Su poder es inmenso y no duda en ejercerlo, sobre todo con los débiles o con los que no se atreven a ponerle coto. Por ejemplo, España. Con los fuertes, sin embargo, es sumiso. Por ejemplo, en China, donde el régimen comunista vetó la entrada del buscador si no aceptaba sus condiciones. Google inclinó la cabeza y aceptó. El mercado chino es demasiado goloso.

Parásito, ladrón y censor: así es Google. La compañía, naturalmente, se presenta a sí misma como la gran aliada de nuestro bienestar y nuestra felicidad, y todo con un cuidado exquisito de la privacidad de los usuarios. “Nosotros solo tenemos los datos que el usuario nos cede y hemos puesto a disposición de ellos herramientas para gestionarlos con seguridad y transparencia. Nuestra responsabilidad es ponerlo fácil y la del usuario gestionarlo”, afirma Fuencisla Clemares, directora de Google España y Portugal, en una entrevista publicada este martes en El País.

Traducido: si no aceptas mis condiciones no podrás utilizar el buscador, ni el Gmail, ni el calendario, ni Google Fotos… Es decir, si no pasas por el aro te quedas fuera del ecosistema Google, el más utilizado en todo el planeta, que incluye los móviles Android.

“Google no tiene ningún monopolio”, aseguró Clemares durante un curso de la APIE y la UIMP, en junio. Es una de las frases preferidas… de los que tienen un monopolio. Sea como fuere, el buscador ha sido multado en repetidas ocasiones por este motivo, aunque Clemares sostiene que el problema es que los gobiernos no comprenden el funcionamiento de internet.

Google es parásito, ladrón y censor porque no crea nada -solo copia- le roba la publicidad a la prensa y, además, censura los contenidos que le molestan relegándolos a la página 50 del buscador.

Y ante tanto virtuosismo, nos enteramos de que Google España continúa facturando en Irlanda, a pesar de que la compañía apoya la reforma fiscal del G7 para que las multinacionales de internet paguen los impuestos correspondientes al beneficio que generan en cada país.

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Naturalmente, Google no habla de censura, sino de combatir los bulos. “Lógicamente, la desinformación es un problema y la combatimos con políticas vivas. Nos aseguramos de que las páginas que difunden noticias falsas no puedan monetizarlo y potenciamos el contenido que viene de fuentes fiables. En la pandemia nos acercamos a las autoridades competentes -en España, el Ministerio de Sanidad- para detectar las fuentes de calidad y esas son las que puedes dar mayor visibilidad”, sentencia Clemares.

Lo dicho: censura -bajo el pretexto de los bulos- todo aquello que no le gusta, a saber, todo lo que cuestiona, aunque sea tangencialmente, el pensamiento único: ideología de género, aborto, postulados LGTBI… Por ejemplo, dio un toque a Hispanidad por defender a Polonia y criticar a Bruselas, en un vídeo de Youtube.

Sin duda, Google hace todo esto por nuestro bien. “Desarrollamos herramientas de bienestar digital que ayudan a gestionar la desconexión, pero al final es la educación de los hijos, los límites que pongamos”, asegura Clemares. Herramientas como las que utiliza para priorizar la búsqueda de webs porno. Y es que tres de cada cinco páginas más favorecidas en España, en valores relativos, durante 2020, fueron pornográficas, según Sistrix, una de las empresas que mejor mide lo que muestra el buscador.

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