
Nadia Calviño, al comienzo conocida como 'Nadie Calviño' y ahora como 'Desastre Calviño'
La vicepresidenta primera del Gobierno, doña Nadia Calviño, al comienzo conocida como 'Nadie Calviño' y ahora como 'Desastre Calviño', es un caso único en la historia de la democracia española. En 2022, la economía española está al borde de la ruina, a la cabeza de Europa en paro, inflación, déficit y deuda, y a la cola en crecimiento económico: no se puede estar peor.
En esas circunstancias, cualquier responsable de Economía alegaría mil y una disculpas para justificar el desastre pero doña Nadia no: doña Nadia dice que su gestión es un éxito y hace encaje de bolillos, virtuosismo de mago con las cifras, para concluir que todo va bien y que si algo va mal la culpa la tiene Putin.
España está arruinada pero el Gobierno sobrevive retrasando el pago de facturas
Llevo cerca de 40 años en el periodismo económico y jamás me había encontrado con un personaje como este. Lo único que se le ocurre es retrasar, una y otra vez, el pago de las facturas pendientes, a costa de emitir deuda y más deuda, es decir, haciendo realidad el viejo dicho de que "hay que vivir de los padres hasta que se pueda vivir de los hijos". Calviño no es ni generación "X", ni generación "Z", es la generación 'K' con k de caradura inmensa.
Los problemas que el tiempo resolvió y los que el tiempo resolverá: cuando 'topemos' el precio del gas en 30 euros, la factura de la luz va a bajar a la mitad... y el déficit de tarifa se disparará
Para doña Nadia sólo existen los problemas que el tiempo resolvió y los problemas que el tiempo resolverá. Ejemplo: cuando 'topemos' el precio del gas en 30 euros, la factura de la luz va a bajar a la mitad. Claro, y el déficit de tarifa se disparará al doble o al triple, porque los hechos son más tercos que las cifras y porque la contabilidad es una ciencia exacta porque dice exactamente lo que uno quiere que diga.
Ahora, lo de escucharla, encima, afirmar que todo marcha estupendamente bien y que la culpa la tiene la oposición por no arrimar el hombro... pues qué quieren que les diga: resulta un poquito fuerte.
Que nadie se quede atrás. En efecto: detrás no queda absolutamente nadie
Que nadie se quede atrás. En efecto: detrás no queda absolutamente nadie.