En la progre The Walt Disney Company hace tiempo que sus contenidos dejaron de ser tan inocentes como deberían, teniendo en cuenta que una gran mayoría se dirigen a los niños. Ahora se han convertido en adoctrinamiento o “corrupción de menores” (como lo denomina el líder de Vox, Santiago Abascal) e incluso tiene una agenda LGTB y también a su primera presidenta, Susan E. Arnold. Pero siguen defendiendo la apuesta, tras tropezar en su segundo trimestre fiscal -enero a marzo- por atípicos, aunque con aumentos de ingresos y suscriptores en streaming. Eso sí, a la bolsa -y por tanto, a los inversores- no les ha gustado el tropiezo: la cotización baja un 2%. 

El gigante estadounidense del entretenimiento ha tenido un beneficio neto de unos 446 millones de euros en su segundo trimestre fiscal, un 48% inferior al de hace un año, por atípicos. Pero, ¿qué atípicos? Probablemente, por anunciar su salida de Rusia, tras la invasión de Ucrania. Eso sí, los ingresos han crecido un 23%, a 18.265 millones, pero se han quedado por debajo de lo previsto por los analistas, tras descontarse 960 millones por la rescisión anticipada de contratos de licencias para contenidos de cine y televisión con un cliente para que este pudiera usar algunos en su propia plataforma. Y es que la división de parques y productos se ha seguido recuperando, aportando 6.312 millones de ingresos (+109%), mientras la de medios y entretenimiento ha ascendido a 12.294 millones (+9%). Además, ha incorporado 7,9 millones de suscriptores a la plataforma de streaming Disney+, hasta 137,7 millones, y superando los más de 205 millones de abonados en todas sus plataformas de streaming (Disney+, Hulu y ESPN+). 

Al igual que Netflix, se abre a incorporar planes más baratos de suscripciones que rentabilizarán incluyendo anuncios. Y ojo, el CEO, Bob Chapek, señala que la combinación de planes baratos y modelo tradicional... y “un gran contenido” mejoraría la base de usuarios

Sin embargo, Disney ha cerrado un buen semestre fiscal -octubre a marzo-, logrando disparar un 71,4% su beneficio neto, hasta 1.493 millones, pese a restar unos 187 millones del “deterioro” de su canal Disney Channel en Rusia, tras anunciar su salida de dicho país, y gracias en gran parte al buen desempeño del primer trimestre. Los ingresos han aumentado un 29%, a 38.969 millones, de los que 13.176 millones (+105%) proceden de los parques y 26.593 millones (+12%) del área de medios y entretenimiento. Tras el crecimiento en suscriptores, Disney+ ha cerrado marzo con 137,7 millones, 34 millones más (+33%) que hace un año, cuando tenía 103 millones, por lo que no le ha sufrido un batacazo como Netflix, pero se muestra prudente respecto a la previsión de crecimiento de la plataforma y ha anunciado que el número de abonados podría disminuir en los próximos trimestre por la vuelta a la normalidad tras la pandemia del Covid y la elevada competencia. Eso sí, al igual que Netflix, se abre a incorporar planes más baratos dentro de sus suscripciones que rentabilizarán incorporando anuncios. Y ojo, el CEO, Bob Chapek, ha señalado que la combinación de planes baratos y modelo tradicional mejoraría la base de usuarios: Eso nos dará la capacidad de ajustar nuestro precio mientras mantenemos nuestra sólida posición de valor”. “Un gran contenido impulsará nuestras suscripciones, y una mayor cantidad de suscripciones impulsará la rentabilidad”, ha añadido. 

Pero ¿qué contenidos, señor Chapek? Esto hace pensar en que habrá aún más ejemplos de su agenda LGTB. Recuerden que Disney se ha convertido en un gran discípulo del Nuevo Orden Mundial (NOM), como refleja su apuesta por la ideología de género (feminismo y homosexualismo) y por el ateísmo (mucho panteísmo y nada de Dios).

El senador republicano Josh Hawley propone que se limiten los derechos de autor hasta un máximo de 56 años, con lo que busca impedir cualquier nueva protección especial de derechos de autor que beneficie a Disney, a la que no tuvo reparos en calificar como “corporación progre”

Paralelamente, Disney está cada día está más enfrentada a los republicanos de EEUU. El tema empezó en el estado de Florida, cuando su gobernador, el republicano Ron DeSantis, impulsó una ley que prohíbe adoctrinar a niños en ideología de género en las escuelas, ante lo que la factoría de Mickey lanzó sus críticas y la suspensión de las donaciones. Pero DeSantis, lejos de achantarse, no sólo aprobó la entrada en vigor de dicha ley, sino que el estado de Florida podría revocar el autogobierno del distrito especial del parque Disney World, es decir, sus privilegios fiscales.

A esto hay que sumar que el senador republicano Josh Hawley, representante por Misuri, ha presentado un proyecto de Ley de Restauración de la Cláusula del Copyright, pidiendo que se limiten los derechos de autor a 28 años desde su concesión y sólo se prorroguen otros 28 años, es decir, hasta un máximo de 56 años. Con esta medida, Hawley busca impedir cualquier nueva protección especial de derechos de autor que beneficie a Disney, a la que no tuvo reparos en calificar como “corporación progre”, y en su página web ha explicado que la limitación de copyright tendrá un carácter retroactivo “para corporaciones masivas como Disney a las que se les ha garantizado de forma innecesaria monopolios, por largo tiempo, de derechos de autor”.