La compra de Activision Blizzard por parte de Microsfoft sorprendió el martes, principalmente por la factura de la transacción: 68.700 millones de dólares, unos 60.400 millones de euros, más de lo que vale el Santander en Bolsa (55.000 millones) y casi lo que capitaliza Iberdrola, la segunda empresa del Ibex (63.000 millones).

Ahora bien, para Microsoft, que pagará en metálico, no supone un excesivo esfuerzo financiero, ni mucho menos hipotecar el futuro ya que goza actualmente de una tesorería que supera los 135.000 millones de dólares. La empresa que fundó Bill Gates tiene un valor bursátil de 2,27 billones de dólares.

Lo cierto es que Activision Blizzard, con más de 400 millones de usuarios, es uno de los gigantes mundiales de los videojuegos. Entre su oferta tiene productos tan exitosos como Candy Crush, Call of Duty o World of Warcraft, que suponen dos tercios de su negocio. En 2020, la compañía facturó algo más de 8.000 millones de dólares, su máximo histórico, y ganó unos 2.200 millones de dólares.

Todo esto está muy bien, pero Microsoft no ha comprado Activision por ninguno de estos argumentos, sino para arrebatarle a Facebook el protagonismo del metaverso. Los chicos de Mark Zuckerberg llevan un tiempo trabajando en él y Microsoft no solo no quiere quedarse atrás, sino que pretender liderarlo. En este contexto se entiende que la multinacional que dirige Satya Nadella haya pagado 68.700 millones de dólares en efectivo.

Tras la compra, que se cerrará en el ejercicio fiscal 2023, Microsoft será la tercera compañía del mundo del sector del videojuego, por detrás de la china Tencent y la japonesa Sony.