Marc Murtra no ha acudido a la Comisión Mixta Congreso-Senado de Seguridad Nacional prevista para la tarde del jueves en el Parlamento. Mal. El PP le ha acusado de desprecio a la soberanía nacional radicada en las Cámaras y ha calificado de excusa lo de que está re-elaborando la estrategia de la compañía. Y esto es bello e instructivo porque supone que, de vez en cuando, hasta el PP de Feijóo puede acertar.

En efecto, Marc Murtra no acudió a la Comisión porque seguramente le habrían planteado cuestiones difíciles. No ya el bananero cese de Álvarez Pallete, que de esto Murtra no tiene culpa alguna, le cesó D La Rocha, monaguillo del presidente, sino por ser un presidente de Telefónica bajo vigilancia de La Moncloa, sobre todo del dúo externo-interno, Rodríguez Zapatero y Javier de Paz.

También temería Murtra la cuestión sobre si finalmente Telefónica va a cometer la barbaridad que le sugiere ZP y Sánchez, sobre todo por boca de José Miguel Contreras: un TV en abierto, La Séptima, aún más progre que La Sexta y a mayor gloria de mister Sánchez.

Murtra no fue al parlamento pero sí reunió a su plantilla muy inquieta. No es que no esperaran cambios, ni que se tratara de la plantilla más feliz del universo, pero el problema de los cambios del mandato Murtra es que todos los descendidos no eran socialistas, tanto los cesados como los ninguneados, y todos los ascendidos los son. Y claro: Sherlock Holmes sospecha.

Y entonces va Murtra y más que dirigirse a la plantilla les amenaza: habrá más cambios. Claro, el problema es qué tipos de cambios,

La ética de Telefónica queda bajo sospecha desde el momento en que Álvarez de Arriba, la policía de Moncloa, sustituye a Miguel Sánchez como responsable de Seguridad: ¿nos hemos olvidado del software de Begoña Gomez o de la utilización que Villarejo hizo de Telefónica?

De estrategia, poca. Murtra, por el momento, sigue la de Pallete -y esta es más que discutible- que consistía en alejarse de Iberoamérica como de la pólvora. Bueno, Murtra no se ha alejado de Venezuela, porque Zapatero ha ordenado que a su amigo, el tirano Maduro, ni se le toque. Ahora bien, el ya cantado cese de Alfonso Gómez Palacio, como CEO de Hispam... hombre, más parece que es para borrar cualquier huella de la etapa Pallete. Y los que quedan del anterior presidente, han jurado fidelidad al nuevo orden. Al tiempo, Murtra anuncia a su plantilla que los cuatro mercados clave siguen siendo: Brasil, España, Alemania y Reino Unido. Como dijo Pallete.

Lo cierto es que Telefónica no debería alejarse sino solucionar sus problemas en Hispanoamérica, para convertirse en el principal operador en la zona -ahí Pallete se equivocó-, y aún considerando que, en este punto, Murtra tiene todo el apoyo de Criteria, lo cierto es que Alemania y Reino Unido no van como la seda, precisamente y que Brasil tiene un problema de riesgo de cambio que amenaza con volverse endémico, al menos mientras allí mande Lula da Silva. Además, exige mucha inversión. Respecto a Telefónica de España, y en España, que era lo que mejor marchaba en este momento... al presidente, Emilio Gayo, que estaba cesado, le asciende a CEO del Grupo y echan al CEO Sergio Oslé. El nuevo, recién llegado de Indra, Borja Ochoa, empieza desde cero.

En cualquier caso, ¿dónde está la nueva estrategia? Esto se parece a la era Palelte, con sus aciertos y con sus errores... pero con socialistas al mando.

Y luego están los nombramientos. Atención aPiedad Álvarez de Arriba como responsable de Seguridad, en sustitución de Miguel Sánchez. El puesto de jefe de Seguridad en Telefónica, y más ahora, con los árabes dentro, no sólo es importante por aquello de las comunicaciones militares en tiempos de guerra. No, es importante porque, recuerden, la mujer del César tiene que parecer honesta, además de serlo. Miguel Sánchez fue un tipo, que desde el primer momento, dejó clara su independencia, sobre todo porque el responsable de seguridad tiene otra función: velar porque en una compañía tan estratégica -y tan delicada- como Telefónica, los directivos actúen con ética, sea para evitar las intromisiones en la vida privada de las personas, sea para la utilización espuria de la información contra el adversario político del Gobierno, sea para que no se discrimine a los medios informativos no afines, sea para vigilar el comportamiento de los directivos de la casa.

Pues bien, Miguel Sánchez ha sido sustituido por Piedad Álvarez de Arriba de quien se nos cuenta que es una experta en ciberseguridad... y se oculta que era la responsable de seguridad de Pedro Sánchez, su policía de confianza, para entendernos.

En resumen, la ética de Telefónica queda bajo sospecha desde el momento en que Álvarez de Arriba, la policía de Sánchez, sustituye a Miguel Sánchez como responsable de Seguridad: ¿nos hemos olvidado del software de Begoña Gomez o de la utilización que Villarejo hizo de Telefónica?

José Miguel Contreras quiere convertirse en el bien pagado 'ideólogo' que separa a los periodistas buenos de los malos, que deben ser castigados. ¿Quiénes son los malos? Los que discrepan de Pedro Sánchez, un ególatra que no admite críticas

Además, los nombramientos de Marc Murtra, esos que aún no han acabado, según comunicó a su plantilla, adolecen de intromisión política y, ojo, de cierto espíritu de venganza sobre la era Pallete. Dos ejemplos: a Laura Abasolo se la han arrebatado las competencias sobre Hispanoamérica y se le han dejado las financieras. No se le puede cesar, como se hizo como Ángel Vila, porque Abasolo está defendida por el PNV, que la prepara, quién sabe, para presidir el BBVA. Al tiempo, Murtra ha cesado al CEO de toda Hispanoamérica.

Pero lo más importante no es nada de lo anterior. Lo urgente es que Marc Murtra debe dar un puñetazo en la mesa para que Telefónica no se convierta en el instrumento censor de Presidencia contra la prensa independiente, porque es probable que el ínclito José Miguel Contreras no consiga sacar adelante su ruinoso canal de TV sanchista pero se conformará con convertirse en el bien pagado 'ideólogo' que convierta a Telefónica en instrumento para separar a los periodistas buenos, que deben ser premiados, de los malos, que deben ser castigados. ¿Quiénes son los malos? Los que critican a Sánchez, un ególatra que no admite críticas.

Ojo, meter en cintura a la prensa independiente... y al periodismo ciudadano de las redes sociales. Esto, afortunadamente, resulta mucho más difícil.

Y este papel, triste papel liberticida, debe perpetrarse desde la operadora, es el que Contreras tiene más posibilidades de poner en marcha. Probablemente, Sánchez y ZP hablen de recuperar la democracia luchando contra la desinformación... por lo menos.