Primera novedad de la junta del Santander de 2022, celebrada este viernes en formato híbrido: en lugar de ser en Santander, sede social del banco, se ha celebrado en la Ciudad Financiera de Boadilla del Monte (Madrid). Otra peculiaridad: los accionistas que han intervenido lo han hecho desde una sala separada del auditorio, sin contacto visual con la presidenta y el resto de consejeros. Al parecer, no todos los accionistas son iguales.

La principal preocupación de los minoritarios sigue siendo la cotización. Normal: en 2017 los títulos del banco estaban en 6 euros y ahora valen 3, le han recordado. Algunos, incluso, desconfían: el banco gana mucho dinero pero la cotización sigue mal. “Algo pasa”. Otro pasó directamente a la acción: “Igual que han bajado el dividendo un 50%, bajen su retribución”. Tampoco faltaron alusiones a la guerra de Ucrania: con la mitad del sueldo de la presidenta y del CEO se podría ayudar a miles de refugiados.

La presidenta se ha defendido asegurando que la rentabilidad para el accionista ha sido del 7% el último año, incluido el dividendo. Y más: desde 2014, el Santander ha abonado 22.000 millones de euros en dividendos, incluidos los entregados en acciones. Y sobre su sueldo, lo habitual: se ajusta al mercado.

La sostenibilidad, el cambio climático, es muy importante para doña Ana, que explicó, durante las respuestas, que el banco está muy comprometido con el Amazonas, en Brasil. Concretamente, exigirá a los productores de carne de vacuno que su cadena de suministro no afecte a la deforestación de la Amazonia

Capítulo aparte son las declaraciones de Ana Botín, tanto en redes sociales como en medios de comunicación. Lo cierto es que, entre feminismo y sostenibilidad, la presidenta del banco tiene un problema de imagen. Así, un accionista le recordó lo de bajar la calefacción de su casa para ahorrar energía -lo dijo en una entrevista en El Mundo- y otro afirmó estar en contra de las cuotas femeninas en puestos de dirección. Hay que elegir a los mejor preparados, sean hombres o mujeres, según el accionista, a lo que Botín respondió sobre la marcha, saltándose el protocolo y adelantándose al turno de respuestas, asegurando que en el banco rige la meritocracia. No profundizó en las cuotas, pero en otro momento afirmó que el banco sigue luchando para que haya más altas directivas.

La sostenibilidad, el cambio climático, es muy importante para doña Ana, que explicó, durante las respuestas, que el banco está muy comprometido con el Amazonas, en Brasil. Concretamente, exigirá a los productores de carne de vacuno que su cadena de suministro no afecte a la deforestación de la Amazonia, lo que es muy bello e instructivo, porque Botín admira a Lula da Silva, al que los sondeos dan ganador en las próximas elecciones presidenciales de Brasil, por delante de Bolsonaro, al que todo el progresismo culpa de la deforestación del pulmón del planeta. Recuerden que Santander Brasil es una de las filiales más importantes del grupo.

Feminismo y sostenibilidad. Lo que no puede ser es que la presidenta del primer banco español sea carne de redes sociales, y eso es lo que le está sucediendo a Botín, con la consiguiente merma en su imagen pública.

Otra reflexión de la junta: cuando no puedes hacer una ampliación de capital, cuida al accionista. Es lo que ha intentado hacer Botín durante la junta, explicando los programas de recompra de acciones que ha puesto en marcha el banco con el objetivo de elevar la cotización. Si hay menos acciones, cada una de ellas percibirá más dividendo lo que, a su vez, repercutirá positivamente en el valor de los mismos. O ese es el objetivo.

Entre los asuntos a votar, la reducción de 5 a 3 minutos las intervenciones de los accionistas, no gustó entre los presentes. Botín se defendió: las juntas tienen que ser ágiles y el Santander tiene 4 millones de accionistas

Vamos terminando. Entre los asuntos a votar, la reducción de 5 a 3 minutos las intervenciones de los accionistas, no gustó entre los presentes. Botín se defendió: las juntas tienen que ser ágiles y el Santander tiene 4 millones de accionistas. Si todos hablaran… En cualquier caso, la presidenta aclaró que es una medida flexible. Entonces, ¿para qué aprobarla? Además, el argumento del número de accionistas no vale porque nunca intervendrían todos. En esta, por ejemplo, pidieron la palabra 25, aunque no todos acudieron finalmente a la cita.