Como publicamos el pasado mes de febrero, gestionar bien tiene recompensa, así los Resultados de Merlin en 2021 reflejaban la buena marcha de la compañía. El ebitda crecía más de un 3% y el beneficio se disparaba un 808%. 

A pesar de los exitosos datos obtenidos por el Ceo de Merlin Properties, Ismael Clemente, y su equipo, el presidente no ejecutivo de la inmobiliaria y representante del Santander (22,4%), Javier García-Carranza, decidía no renovarle. Recordemos que la razón aducida era aún más chocante. García-Carranza aseguraba que Clemente no obedecía las indicaciones del Consejo. ¿A qué indicaciones se refería? Muy sencillo: Clemente se opuso a la propuesta de que Merlin saliera de bolsa y que todos sus activos fueran a parar a fondos del Santander que, de este modo, ingresaría por doble vía: por la rentabilidad de los activos de Merlin Properties y como comisionista de los fondos. 

García-Carranza no calculó bien sus fuerzas y se encontró con el rechazo de los consejeros independientes y del equipo directivo de la socimi al completo, que amenazó con marcharse con Clemente si no era renovado como CEO. Así, García-Carranza se veía obligado a dar un paso atras y firmar una falsa paz, y en este ambiente de fría cordialidad ha tenido lugar este miércoles la Junta General de la Socimi, con un quórum del 82%.

Los accionistas de Merlin, entre los que están el Banco Santander y el fondo BlackRock, han aprobado todos los puntos del día. Entre los que encontramos la reelección del propio consejero delegado, Isamael Clemente, como consejero de la sociedad. Y otros consejeros como Miguel Ollero, María Ana Forner, Ignacio Gil-Casares, María Luisa Jordá, Ana María García, Fernando Javier Ortiz, George Donald y Emilio Novela. Con un amplio consenso, se han aprobado otros puntos como el reparto de un dividendo de 0,25 euros el próximo 27 de mayo y un plan de incentivos a largo plazo para el equipo directivo. El reparto del dividendo supondrá un desembolso de 117,5 millones de euros, a los que hay que sumar otros 70 millones ya entregados en enero, lo que supone un reparto de dividendo total de 0,4 euros por acción. También se ha dado 'luz verde' a la reelección de Deleoitte como auditor de cuentas. 

Por otro lado, Clemente, anunciaba la intención de la compañía de repartir un dividendo extraordinario vinculado a la venta de las oficinas de BBVA entre los próximos meses de julio y septiembre. Este pago será de 315 millones de euros o de 0,67 euros por acción. La compañía está a la espera de concluir los trámites por parte de la Comisión Nacional del Mercado de la Competencia (CNMC), aunque ya ha firmado el contrato de compraventa con el BBVA. 

Clemente también ha comunicado que se ha conseguido la primera licencia en País Vasco para construir el primer centro de datos de Merlin, un negocio que espera que concentre el 15% de la cartera a largo plazo o alrededor de 75 millones en rentas en sus dos primeas fases. Y ha apuntado a que están pendientes de otras tres licencias en Barcelona, Getafe y Lisboa, que prevé conseguir este mismo año. 

En la actualidad, estos 'data center' no representan ni un 1% de los activos, la cartera está repartida: 57% oficinas, 20% centros comerciales, 16% logística y un 7% de otros activos entre los que se encuentra la participación de la compañía en Madrid Nuevo Norte. 

Asimismo, ha avanzado que próximamente llevará a cabo una operación de deuda para trasladar el vencimiento de un bono de 745 millones de 2023 a después de 2030, lo que permitiría despejar los próximos 2 años de vencimientos significativos de deuda.

Tras la clara exposición de Clemente sobre la situación pasada, presente y futura de Merlin, tomaba la palabra García-Carranza, que agradecía a Clemente su presentación "precisa y extensa", y aseguraba que él "sería más breve", y hacía hincapié, una y otra vez, en el hecho del que el trabajador se sintiera accionista y propietario, puesto que 58 de los 249 empleados son también accionistas, y a corto plazo, el 100% de la plantilla recibe incentivos. Curioso este deseo de García-Carranza, por un lado hace gala de la protección al accionista y al empleado, pero por otro echa en cara a Clemente que se tome el tiempo necesario, y que por otro lado el accionista merece, para explicar cómo va su empresa.